IRÁN | Una política represiva hábilmente elaborada

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| Una política represiva hábilmente elaborada
10.06.2010 19:25

 

| Un año después de la reelección de Mahmud Ahmadinejad |

Mahmud Ahmadinejad fue reelegido, con más del 63% de los votos, el 12 de junio de 2009. Se había previsto todo para la victoria del Presidente salvo la oleada de protestas –sin precedente desde la Revolución iraní de 1979- que llenó las calles de las grandes ciudades a los gritos de «¿Donde está mi voto?» y «¡Mentiroso!». Las autoridades pusieron entonces en marcha un vasto plan para reducir las protestas al silencio, siguiendo una mecánica hábilmente elaborada cuyas etapas ha pretendido reconstruir Reporteros sin Fronteras.

Interfiriendo en los medios de comunicación, mediante un implacable control de las imágenes, el poder intentó debilitar las concentraciones e impedir que la oposición pudiera reforzar su cohesión y legitimidad popular. Los Guardianes de la Revolución estuvieron atentos a que los líderes no consiguieran ningún eco mediático, para lo cual censuraron la prensa, cerraron periódicos y encarcelaron a periodistas. La oposición, que una vez expulsados los corresponsales extranjeros de prensa se quedó sin una base de apoyo internacional, tuvo que hacer frente a la guerra de desgaste que el régimen puso en marcha. Encarcelamientos, torturas, fianzas que forzaban el endeudamiento de las familias, exclusión social y profesional, persecución empujando al exilio… el régimen consiguió erradicar a toda una profesión que se había forjado a lo largo de los últimos años, una profesión de periodistas, de observadores políticos y militantes sociales. Una parte esencial de la inteligencia viva del país.

Cifras

Desde hace un año han detenido el menos a 170 periodistas y bloggers, entre los que hay 32 mujeres. De ellos, 22 han sido condenados a penas que suman un total de 135 años de prisión incondicional. 85 periodistas están en espera de sentencia y condena. El total de las fianzas pagadas por las puestas en libertad alcanza la suma de cerca de 100 millones de euros (5.230.000.000 tomanes). Más de un centenar de profesionales de los medios se han visto obligados a abandonar el país. 23 periódicos han sido suspendidos; en la Red han bloqueado miles de páginas web. Con 37 periodistas y bloggers detenidos, Irán es una de las cuatro grandes cárceles del mundo, junto a China, Eritrea y Corea del Norte.

Anuncio de los resultados

El estado impuso por la fuerza la victoria de Mahmud Ahmadinejad en la primera vuelta. En la noche del 11 de junio de 2009 el fiscal de Teherán, Said Mortazavi, envió una advertencia a los periódicos cercanos a la oposición prohibiéndoles publicar en primera página el anuncio de la victoria de sus candidatos. Los medios estatales solo dieron la victoria del presidente saliente, Mahmud Ahmadinejad. A cuatro de las principales publicaciones cercanas a los reformistas se les impidió criticar los resultados oficiales, o simplemente se cerraron. Neutralizaron la distribución del periódico Kalameh Sabaz, propiedad del candidato Mussavi. Desde el 13 de junio no ha podido publicarse ningún ejemplar más del diario. Al día siguiente del anuncio de los resultados, el 13 de junio, detuvieron a una docena de periodistas famosos, conocidos a nivel nacional; entre ellos Ahmad Zeydabadi, Kivan Samimi Behbani y Shiva Nazar Ahari. Les condenaron a graves penas de cárcel, que siguen cumpliendo.

Los servicios de seguridad invadieron las redacciones de los periódicos, controlando los artículos y censurando los contenidos. Mehdi Karoubi, uno de los candidatos, confirmó la censura en un comunicado de prensa: «Ni siquiera puedo publicar mis comunicados en mi periódico, el Etemad Meli» (16 de junio de 2009). El periódico fue cerrado el 17 de agosto, por publicar información sobre los casos de violaciones en las cárceles. Aparecieron columnas enteras en blanco a causa de los cortes efectuados por los censores.

Debilitamiento de los medios de comunicación

Otro alarde del régimen ante las protestas por el robo histórico de los votos iraníes: el debilitamiento de las redes de comunicación. Dos días antes de que se celebrara la elección presidencial las autoridades cortaron la red SMS y redujeron la velocidad de Internet. En junio y julio, durante las manifestaciones, cortaron sistemáticamente las redes de los teléfonos móviles en el centro de las grandes ciudades. Igualmente frenaron la velocidad de Internet.

Pero no hay que exagerar la eficacia del método, que no logró impedir las marchas y manifestaciones. Las informaciones acerca de la fecha, hora y lugar de las manifestaciones, se intercambiaban en las concentraciones anteriores mediante un boca a boca que recorría los desfiles (un método que ya se puso en práctica durante la revolución iraní en 1979).

Los periódicos callejeros, lo mismo que los pasquines, mantuvieron su vitalidad y continuaron jugando un papel unificador durante todo el verano, y una parte del otoño de 2009. En el aspecto internacional Internet tuvo un rol esencial, y especialmente Twitter, del que tanto se habló durante el verano de 2009 como herramienta de comunicación del movimiento de oposición. Sólo el 2% de los iraníes podían utilizar esa red social.

Los sitios reformistas reducidos al silencio

Las autoridades tenían capacidad para bloquear Internet, dado que controlan directamente la infraestructura de las telecomunicaciones e indirectamente a los proveedores de acceso a Internet. Censuraron una decena de páginas de Internet cercanas a la oposición: https://www.entekhab.ir/, inaccesible desde el 11 de junio, https://www.ayandenews.com/, https://teribon.com/, los sitios reformistas https://khordadeno.com/, https://aftabnews.ir/index.php, https://ghalamesabz.com/, https://norooznews.ir (página informativa del reformista Partido de la participación islámica (pro Mussavi)), y https://www.ghalamsima.com/ que apoyó la campaña de Mussavi. La página https://www.we-change.org/, animada por feministas, fue bloqueada por vigésima vez. Resultaba difícil acceder a los sitios Youtube y Facebook. Gmail estaba inaccesible. Pero seguía pudiéndose acceder al correo mediante herramientas concebidas para evitar la censura (proxies).

El 9 de febrero, en la víspera de la manifestación que iba a celebrar el 31 aniversario de la Revolución, lo mismo que en todos los acontecimientos recientes capaces de movilizar a la oposición, las conexiones a Internet redujeron mucho la velocidad en varias ciudades. Varias páginas sufrieron ataques: algunos sitios, como Radio Zamaneh, fueron pirateados por el «ciber-ejército», el grupos de hackers de los Guardianes de la Revolución.

Guerra contra las imágenes

La campaña de represión prosiguió en dos modalidades distintas: censura de la imagen y expulsión de corresponsales extranjeros. El régimen que proclamaba la victoria «aplastante del Presidente», estremecido profundamente por las manifestaciones espontáneas de la población, intentaba prohibir las imágenes. Y en primer lugar atacó a los fotógrafos: Mehdi Zabouli, Tohid Bighi, Satyar Emami, Majid Saidi y muchos otros fueron detenidos entre el 26 de junio y el 14 de julio. Se trataba de ocultar la amplitud de las concentraciones.

Los Guardianas de la Revolución atacaron a los corresponsales extranjeros y les prohibieron acceder a los desfiles. «Se prohíbe a los medios extranjeros participar o cubrir las concentraciones organizadas sin autorización del Ministerio del Interior», anunciaba, el 16 de junio, Mohammad Sfar Harandi, Ministro de Cultura y Orientación Islámica.

Durante varios días permanecieron confinados en sus casas, o sus hoteles, antes de verse expulsados uno a uno. Yolanda Álvarez, enviada especial del canal público de la televisión española RTVE, fue expulsada de Irán el 15 de junio, junto con todo su equipo. El periodista greco-británico Iason Athanasiadis, que entre otros trabaja en el Washington Times, el equipo de France 3, el corresponsal de Newsweek Maziar Bahari, el célebre corresponsal de la BBC John Leyne, y muchos otros más también fueron expulsados del país.

Propaganda y satanización de la prensa extranjera

La etapa se completó con un trabajo de propaganda: los periodistas extranjeros son espías a sueldo de Estados Unidos. Los canales nacionales transmitían las confesiones de los presos. El poder refutaba casi punto por punto las acusaciones, que llegaban de la oposición, sobre la violencia de la represión: testimonio que contradice la muerte de algunos manifestantes, y entre ellas la de la joven estudiante Taraneh Musavi. El canal público se burlaba de los testimonios recogidos en una versión oficial.

La página de Internet de los Guardianes de la Revolución mostraba imágenes de las concentraciones, con primeros planos de los participantes, e invitaba a los internautas a denunciarles. El Centro de Vigilancia de delitos, creado por los Guardianes de la Revolución, conminó a todos los directores de páginas web a suprimir ’’los contenidos que invitan a la población a los disturbios, propagando amenazas y rumores’’. El comunicado, que lleva fecha del 17 de junio, añade que se han observado en Internet ’’varios casos de sitios y blogs personales que publican artículos incitando a alterar el orden público, e invitando a la población a rebelarse. Esas páginas, creadas con ayuda de sociedades norteamericanas y canadienses, disfrutan del apoyo de algunos medios protegidos por los servicios de seguridad estadounidenses y británicos, como la BBC, Radio Farda (Free Europe) y Radio Zamaneh’’.

Encarcelamiento, fianza y exilio

A mediados del verano, el régimen atacó a la prensa escrita en una redada de periodistas. Cerraron varias publicaciones (Sarmayeh, Etemad). El 20 de junio, es decir casi un mes después de la reelección de Ahmadinejad, Irán se había convertido en la mayor cárcel del mundo: 40 periodistas detenidos.

En el transcurso de juicios inicuos, sin derecho a defensa, los periodistas fueron condenados a la cárcel y luego mezclados con presos comunes, a quienes las autoridades animaban a ensañarse con ellos. Lo que con frecuencia dio lugar a sevicias y violaciones, tanto de prisioneros hombres como mujeres.

La tortura es sistemática en la sección 2A1 de la cárcel de Evin, controlada por los Guardianes de la Revolución y al margen de cualquier otra autoridad exterior. También es normal en la sección 209, cuya responsabilidad corresponde al Ministerio de Inteligencia.

Las autoridades exigen fianzas exorbitantes, que obligan a las familias a endeudarse. Y elaboran una lista negra, prohibiendo a los periódicos que vuelvan a contratarles, reemplazándoles poco a poco en las redacciones por Guardianes de la Revolución.

A partir del otoño de 2009 empieza a circular información sobre la violencia ejercida por las fuerzas del orden y los Guardianes: en torno a sesenta muertos en las manifestaciones y decenas de encarcelados. Familiares y personas cercanas hablan de incidentes en las concentraciones, muertos y desaparecidos, etc. En una segunda oleada represiva el régimen ataca a los periodistas que habían osado tratar el tema de la violencia y la represión.