Apenas transcurrida una semana del secuestro de José Luis Romero, periodista de la emisora de radio Línea Directa en el Estado de Sinaloa, otro secuestro y un nuevo asesinato vienen a agravar el enorme tributo que ya llevan pagado los periodistas en México. El diario Zócalo de Saltillo, del Estado de Coahuila (Norte), publicaba el 8 de enero de 2010, que ese mismo día, había aparecido muerto el reportero Valentín Valdés Espinosa, con señales de tortura y hematomas en el cuerpo. Llevaba un mensaje de advertencia colgado sobre el pecho; un procedimiento que utilizan con frecuencia los narcotraficantes. En cuanto a su colega, cuyo nombre no ha revelado el diario, fue puesto en libertad a las pocas horas de producirse el secuestro.
Ambos, que regresaban del trabajo junto a un tercer compañero, fueron secuestrados el 7 de enero, en torno a las 22,45 horas, por unos desconocidos armados que les obligaron a bajar de su vehículo y subir en una camioneta.
“El año 2010 comienza trágicamente para los profesionales de los medios de comunicación mexicanos. Esperamos que la investigación, efectuada a nivel federal como exige la implicación de un grupo armado en el crimen, permita identificar rápidamente a los culpables”, ha declarado Reporteros sin Fronteras.
Zócalo de Saltillo ya perdió a un periodista en 2006 cuando fue secuestrado Rafael Ortiz Martínez, autor de varios artículos sobre el nacotráfico, quien nunca ha vuelto a reaparecer desde entonces.
Valentín Valdés Espinosa, uno de los fundadores de Zócalo de Saltillo, cubría la sección local del periódico.
El norte de México, núcleo de las batallas entre diferentes carteles por el control del tráfico de droga, es una de las regiones más peligrosas del mundo para los periodistas. El país, situado en el puesto 137, entre los 175 que figuran en la clasificación mundial de la libertad de prensa elaborada por Reporteros sin Fronteras en 2009, alcanza ahora la cifra de 60 periodistas asesinados desde 2000, y 10 desaparecidos desde 2003.