INFORME | “En la piel de un periodista en el Sahel”: un informe de RSF sobre los peligros que amenazan al periodismo en esta región de África
Dos semanas después de la liberación del periodista francés Olivier Dubois, secuestrado 711 días en Malí, Reporteros Sin Fronteras (RSF) publica un informe sobre las crecientes amenazas al periodismo en la franja saheliana.
En los últimos diez años, cinco periodistas han sido asesinados en el Sahel y otros dos han desaparecido recientemente. Centenares más han sido amenazados y ya no pueden desempeñar su profesión sin poner en riesgo su vida. En 40 páginas, el último informe de RSF, En la piel de un periodista en el Sahel, detalla hasta qué punto se han deteriorado las condiciones del ejercicio del periodismo en esta región del mundo, que se está transformando en una “zona sin información”.
Ponerse en la piel de un periodista en el Sahel significa enfrentarse a bandas armadas radicales cada vez más presentes, que no dudan en asesinar a periodistas, cuando no los secuestran para utilizarlos como moneda de cambio. En este contexto de degradación de la seguridad, los reporteros también tienen que bandear con poderes instaurados a base de golpes de Estado, que imponen a la profesión su concepto de periodismo y sus “mandatos patrióticos”. Además, se ven obligados a convivir con la milicia del Grupo Wagner, cuyo poder sobre el sector de la información regional es cada vez más palpable, así como a sortear las trampas de los mercenarios de la desinformación.
En el Sahel, los peligros se multiplican, como lo hacen las trabas de unos Estados que limitan, a menudo de forma arbitraria, la libertad de circulación y el derecho a la información de los periodistas, especialmente en las regiones donde están desplegados los grupos armados.
Fruto del compromiso directo sobre el terreno del equipo de RSF en Dakar (Senegal), que ha recabado decenas de testimonios de expertos y periodistas que viven o trabajan en la región, En la piel de un periodista en el Sahel retrata a los nuevos enemigos de los periodistas locales y extranjeros, al tiempo que indaga en los medios que se están desarrollando en la zona para seguir informando, con iniciativas de resiliencia, y formula una serie de recomendaciones.
“La inmensa alegría que nos ha producido la reciente liberación de Olivier Dubois, el pasado 20 de marzo, no puede, sin embargo, ocultar las dificultades crecientes a las que se enfrentan los periodistas que trabajan en el Sahel. Esta parte del continente africano se está transformando peligrosamente en una zona desprovista de periodistas independientes y de información fiable, en la que la autocensura es norma. Para evitar que el Sahel se convierta en una zona sin información, este informe lanza un llamamiento a los Estados de la región. Se impone una reacción contundente para no privar a 110 millones de sahelianos de su derecho fundamental a estar informados”
Sadibou Marong, director de la Oficina de RSF en África Subsahariana
Los 10 puntos clave del informe
- Una región mortífera para los periodistas: desde la ejecución, en 2013, de la periodista Ghislaine Dupont y del técnico Claude Verlon, ambos de Radio France Internationale (RFI) por sus secuestradores en Malí, tres periodistas han sido asesinados en la región: Obed Nangbatna, de la cadena de televisión nacional Télé Tchad, en Chad en 2019, así como el reportero español David Beriain y su compañero cámara Roberto Fraile, en 2021, cuando ambos preparaban un documental sobre la caza furtiva junto a una unidad especializada, en el este de Burkina Faso.
- Un riesgo máximo de secuestro: secuestrado en Gao el 8 de abril de 2021 por un grupo armado afiliado a al Qaeda, el periodista francés Olivier Dubois fue puesto en libertad el 20 de marzo de 2023, tras 711 días de cautiverio. Sin embargo, otros dos periodistas malienses, Hamadoun Nialibouly y Moussa M’Bana Dicko, también raptados por grupos armados en Malí, continúan actualmente desaparecidos. En el Sahel, los periodistas se consideran potenciales monedas de cambio. Uno de ellos fue secuestrado porque algunos de sus artículos disgustaron a sus captores.
- Un espacio para cubrir cada vez más reducido: la expansión de las zonas prohibidas o de difícil acceso para los periodistas es apabullante en el Sahel. Además de las amenazas directas a su integridad física, algunos Estados imponen trabas administrativas abusivas. Lograr una acreditación y todas las autorizaciones necesarias para informar es, a veces, una carrera de obstáculos. Además, los periodistas corren el riesgo de ser expulsados arbitrariamente.
- Expulsión de periodistas y suspensión de medios internacionales: en Malí y Burkina Faso, las autoridades militares instauradas mediante golpes de Estado no dudan en remodelar el paisaje mediático, expulsando a periodistas y suspendiendo medios de comunicación. Las cadenas francesas RFI y France 24 son las principales víctimas.
- La amenaza de los mercenarios de la información: la desinformación vive un momento de auge en el Sahel, transformado en laboratorio experimental para los «mercenarios de la desinformación», que actúan sobre todo en las redes sociales, pero también en el seno de las juntas militares en el poder, cuya adhesión a sus nuevos aliados rusos es inquebrantable.
- Presiones editoriales directas: a golpe de mandatos patrióticos (en Malí) o de notas con directrices a los medios (en Benín), las autoridades en el poder tratan de moldear a su antojo la información y de controlar los relatos mediáticos. Estos métodos amenazan directamente a la independencia de los periodistas y a la fiabilidad de la información.
- El fin de las leyes protectoras: el deterioro de la seguridad ha erosionado los avances legislativos que, entre los años 1990 y 2010, habían permitido estructurar paulatinamente el sector de los medios y proteger el ejercicio de la profesión periodística en los países del Sahel. En Benín, el Código Digital se ha utilizado para detener arbitrariamente a varios periodistas, como le sucedió a Ignace Sossou, de Benin Web TV, en 2020.
- Luchar juntos contra la desinformación: a pesar de este difícil entorno, han surgido nuevas iniciativas en el ámbito local para combatir la desinformación. Algunas redacciones han desarrollado áreas de verificación, cuya misión es comprobar sistemáticamente las afirmaciones ampliamente difundidas por las autoridades políticas o compartidas en el espacio público. Proyectos como Mali Check, Africa Check o DésinfoxTchad combaten la desinformación.
- Los periodistas organizan sus propias redes: nuevas iniciativas como los estudios Yafa, Kalangou y Tamani cubren la actualidad en las diferentes lenguas locales que se hablan en el Sahel, ofreciendo información relevante a poblaciones golpeadas por diversas crisis. Lo mismo sucede con Radio Ndarason Internationale, en la zona transfronteriza del lago Chad, especialmente peligrosa. La Unidad Norbert Zongo de Periodismo de Investigación (Cellule Norbert Zongo, CENOZO) respalda, por su parte, esta especialidad periodística de forma totalmente independiente en la región.
- Proteger el periodismo en el Sahel es posible: RSF recuerda a los países del Sahel que la compleja gestión de los atentados terroristas y la respuesta que le dan los ejércitos regulares no pueden ser motivo para vulnerar el derecho a la información y la libertad de prensa. RSF recomienda también a la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental) y la CEMAC (Comunidad Económica y Monetaria de África Central) que elaboren un código de conducta para la seguridad de los periodistas en zonas de conflicto, aplicable en la subregión, y que reconozcan la norma de certificación JTI en su espacio comunitario como estándar de referencia para la promoción de una información fiable.
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