Malos vientos para la «primavera árabe» saudí

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02.11.2011 10:13

La semana pasada murió repentinamente el príncipe heredero de Arabia Saudí, Sultán Ibn Abdel Aziz y como es tradición en la línea sucesoria de la casa Ibn Saud, le sucedió el hermano siguiente, el príncipe Nayef, actual ministro del Interior, con fama no solamente de tener “puño de hierro”, sino y lo más importante para cualquier apertura democrática, de ser devoto seguidor del espíritu del islam más conservador. El nuevo heredero tiene fama de opositor a cualquier reforma que suponga apartar al Reino de la doctrina wahabí, una de las ramas más reaccionarias del islam en cuanto al respeto de los derechos humanos se refiere, especialmente, los que atañen a la mujer. Tomás Alcoverro, el más veterano corresponsal occidental en Oriente Medio, dice que “el príncipe Nayef Abdul Aziz encarna la línea más ultraconservadora de los gobernantes saudíes”. Y cita una frase que retrata esta afirmación. No hace mucho tiempo, ante un grupo de “notables” que pedían pequeñas reformas aperturistas, el poderoso ministro del Interior respondió: “Lo que se conquista por la espada será mantenido por la espada”.

Recientemente la prensa internacional celebraba que el rey Abdullah bin Abdelaziz, hubiera perdonado a Shaima Justaneyah la condena a sufrir diez latigazos por atreverse a conducir un automóvil, práctica terminantemente prohibida a  las mujeres en Arabia saudí. No obstante celebramos que otras saudíes empezaran a imitar su ejemplo desafiando esta prohibición.  ¿Podíamos hablar de un movimiento feminista en favor de los derechos de la mujer dentro del país árabe musulmán más anclado en los usos y tradiciones de la Edad Media? Parecía abrirse un atisbo de aire fresco, después de que el monarca dijera, pocos días antes: “No se debe marginar el papel de las mujeres en la sociedad saudí”. Pero desde esta semana el viento sopla desde otros parajes.

Si el nuevo heredero saudí ha reprimido con mano de hierro los tímidos intentos de manifestarse al calor de las “primaveras” árabes vecinas, tanto de la minoría chií como de los adeptos a los Hermanos musulmanes, no es difícil imaginar que ocurrirá en adelante con las “veleidades” de las saudíes que osan ponerse al volante de sus automóviles. No serán 10 latigazos sino cuarenta y no habrá clemencia real.

En este contexto de ataques contra los derechos humanos, no podemos dejar de señalar el agujero negro informativo que supone Arabia Saudí para la libertad de prensa. Riad nunca ocupa titulares de la prensa más que para informar bien de sus fuertes lazos con el amigo americano, bien de sus relaciones diplomáticas, en especial con Occidente, bien de la peregrinación anual a La Meca, ciudad que alberga los “Santos lugares” de los que el Reino saudí se considera y titula “Custodio”.

Pero, tradicionalmente la prensa nunca ha podido trabajar libremente en el Reino de los Ibn Saud. Tanto las revueltas nacionalistas laicas de los años sesenta como las revueltas -que las hubo- y graves atentados contra mezquitas wahabies de los años setenta, quedaron envueltas en la opacidad informativa y si en un primer momento saltó la noticia a la prensa internacional, fue inmediatamente acallada y se impidió trabajar a los corresponsales extranjeros. No digamos a los nacionales.

En los últimos años, se han intensificado las “fatwas” o decretos religiosos, llamando al asesinato de periodistas. El 12 de septiembre de 2008 un alto dignatario saudí, el jeque Saleh Al-Luhidane, presidente del Consejo General de la Jurisprudencia, llamaba al asesinato de los patronos de las televisiones árabes por satélite que propagan «la depravación». “La degradación de las costumbres es una forma de perversión en la tierra», manifestó el Jeque en una radio local saudí. Respondía a la pregunta de un oyente sobre los programas «inmorales» (entretenimiento) emitidos en los canales de televisión por satélite durante el mes del Ramadán. Los dignatarios religiosos saudíes han atacado a muchos periodistas en el transcurso de los últimos años, después de que publicaran artículos o emitieran programas considerados «blasfemos» y «anti-islámicos». Las fatwas ponen en peligro la vida de periodistas que ya trabajan en condiciones muy difíciles por los delicados contextos políticos en que los que se mueven.

Pero a día de hoy, como en otras autocracias o países con poderes totalitarios, Arabia Saudí se enfrenta al reto de controlar “la red de redes” por la que sus blogueros filtran informaciones que la en la prensa tradicional no verían nunca la luz. En la represión de los internautas, Arabia Saudí, que ocupa el puesto 157 de un total de 178, en la Clasificación anual de Reporteros sin Fronteras, abandera la represión. El uno de enero de este año, entró en vigor una regulación draconiana sobre los contenidos en Internet, que restringe hasta el límite la libertad de expresión en la Red  puesto que afecta a todas las noticias y comentarios distribuidos en línea, incluyendo blogs y foros en internet. Bajo esta regulación, todos los periódicos en línea, sitios web de medios tradicionales, sitios de publicidad, sitios con componentes audiovisuales y servicios de mensajería de texto requieren de una licencia para operar, quedando por tanto registrados sus nombres completos y sus direcciones. Y como aquellos que rompan las reglas pueden ser multados y sus sitios cerrados, está claro que la libertad de informar por Internet está secuestrada, colocando al gobierno de Riad como uno de los más represivos del mundo.

Solamente añadir que en Arabia Saudí, los periodistas nacionales encarcelados por sus publicaciones se pasan años esperando su juicio mientra sufren maltrato y/o aislamiento.

1 de noviembre de 2011

María Dolores Masana Argüelles

Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras 
Vicepresidenta de la Comisión de Quejas y Deontología de la FAPE