¿’Primavera’ feminista en los países árabes?
La revolución del 5 de enero en Egipto llenó la plaza Tahrir de mujeres con velo, sin él, con galabeya o tejanos. Allí y aquellos días, los y las cairotas se echaron juntos a la calle para gritar: “¡Basta ya!”. Algo impensable en una sociedad que segrega a ambos sexos, desde la mezquita para orar hasta las urnas para votar. Sólo las clases altas, cultas, tienen una mayor flexibilidad en cuanto a la discriminación de la mujer, principalmente en el ámbito académico y/o profesional.
El fenómeno que supuso que hombres y mujeres compartieran el espacio público se repitió en Jordania, Marruecos, aún en Bahrein donde gobiernan monarquías autoritarias. Antes, fue en Túnez, el país que alzó la bandera de las manifestaciones de la “primavera árabe”, aunque allí no llamó la atención puesto que la condición de la mujer tunecina es la más avanzada del mundo árabe. No es así en Siria o en Libia dos países hundidos en una brutal espiral de violencia por la represión contra los manifestantes, en el primero y por una guerra civil en el segundo. En ambos países la mujer conquistó una cierta igualdad de género aunque sólo formalmente. La doctrina laica del Baas sirio o el “Libro verde” de la revolución gadafista, garantizaban sobre el papel determinados derechos a las mujeres. Pero lo cierto es que aún las mejor preparadas en la Universidad chocan con las misóginas normas que impone la tradición dentro del islam.
La regla es que las mujeres deben de permanecer en casa. En las escasas manifestaciones que han tenido lugar en estos países, las mujeres o no están, o marchan separadas detrás de los hombres, como en Siria, o en plazas aparte, como en Irán. Es por ello que las manifestaciones mixtas de la Plaza Tahrir resultaron tan novedosas en este mundo. Sin embargo, una vez controlada la revuelta, las cairotas han vuelto a desaparecer de calles y plazas a menos que vayan acompañadas de algún familiar masculino. Es rarísimo ver a una mujer sola paseando o comprando a menos que sea una anciana. El “Basta ya” gritado en la Plaza Tahrir, no va con los códigos civiles de estos países que convierten a la mujer en menor de edad toda su vida, sujeta al padre, a los hermanos, al marido, al hijo, al cuñado si son viudas.
El caso de las argelinas es paradigmático “del uso y abuso” de las mujeres árabes por los hombres quienes solamente levantan tan estrictas leyes de familia cuando las necesitan. En la guerra de la independencia que terminó en 1962, tras ocho años de lucha sin cuartel contra la colonización francesa, las argelinas tuvieron un destacado papel desde la resistencia luchando codo a codo con los combatientes del Frente de Liberación Nacional, muchas veces al precio de sus vidas. No obstante los “mujaidin” del FLN”, una vez llegados al poder, no tardaron ni diez años en promulgar una “ley de familia”, aún vigente, que las encerró de nuevo en sus casas.
Algo parecido ha ocurrido en Egipto. Desalojada la emblemática “Plaza de la Liberación”, las mujeres han desparecido del àgora. El activismo femenino sólo se permitió durante los días de la gran manifestación. En Tahrir, las mujeres gritaron “Libertad”, se enfrentaron con los hombres a la policía represora, algo impensable ahora mismo. Una mujer musulmana no puede permanecer fuera de casa horas o noches sin mancillar el honor de la familia. Y sin embargo allí estaban ellas expresando su indignación junto a los hombres. Aunque fueran unos pocos días, por primera vez en un país árabe musulmán, sobre la “Plaza de la Liberación” de El Cairo, pareció flotar un cierto aire de reivindicación feminista, entre chadores y niqabs.
Quizá vuelvan a llenarse de gentes indignadas las plazas de Egipto, de Túnez, de Siria, de Jordania, y de otros países árabe-musulmanes por la tardanza en llevar a cabo las reformas prometidas y puede ser que entonces volvamos a ver a sus mujeres reclamando libertades. Sería bueno que, visto lo visto, las musulmanas, a la vez que libertades para toda la sociedad, reclamaran para sí igualdad de derechos con los hombres. En ese sentido quizá las saudíes hayan empezado ya a “marcar el paso” al volante de sus automóviles.
María Dolores Masana Argüelles
Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras
Vicepresidenta de la Comisión de Quejas y Deontología de la FAPE