Ominoso retroceso de la libertad de prensa en Marruecos
El 29 de marzo pasado, Mohammed Ataoui, corresponsal del diario arabófono “Al-Monataf” y presidente de la asociación “Futuro para el cedro y el muflón”, comenzó una huelga de hambre para denunciar su arresto en una cárcel del Atlas oriental por una condena a dos años de cárcel. Se le acusa de extorsión de 1000 dirhams (90 euros). Pero su detención coincide con la publicación de un artículo en “Al Monataf”, en el que denunciaba a “la mafia del cedro” que trafica, con la complicidad de la gendarmería y del “Oficio Nacional de Aguas y Bosques”, con esta preciosa madera, declarada “especie protegida” en Marruecos,. Ataoui Apela a la “Fundación Mohammed VI para la protección del Medio Ambiente”.
En noviembre del 2009 un tribunal de Casablanca sentenció al director del diario Akbar al-Yaoun, Taufik Buachrine y al caricaturista Khalid Gueddar a penas de un año de cárcel, en este caso en suspensión, con una multa de 9000 euros. Pero ambos fueron juzgados al mismo tiempo por “faltar al respeto a un miembro de la familia real” y condenados a tres años de cárcel, también con el cumplimiento en suspenso, con una pena de 270.000 euros en conceptos de daños y perjuicios que deberán pagar al Príncipe Mulay Ismail. El tribunal decidió igualmente “el cierre definitivo de los locales” de esa cabecera.
El 15 de octubre de 2009, la policía irrumpió en el despacho de Driss Chahtane, director del diario en lengua árabe “Al-Michaal” para llevarlo a la Prefectura y ser conducido a continuación a la cárcel. Chahtane fue condenado a un año de prisión incondicional por un tribunal de Primera instancia de Rabat por los delitos de “mala fe”, “noticias falsas” y “alegaciones erróneas”, previstos en los artículos 42 y 68 del Código de la prensa. El motivo fue la publicación de unos artículos afirmando que la salud del Rey se había deteriorado durante el mes del Ramadán.
Y podíamos seguir dando marcha atrás a la manivela y aunque a la hora de escribir esto solamente haya un periodista encarcelado en Marruecos, el acoso a la prensa independiente, a los periodistas que osan denunciar, desde agresiones al medio ambiente, como en el caso de Ataoui, o hacer referencia a algún miembro de la familia real que no sea glosar sus virtudes, como Buachrine, Gueddar o Chahtane, es cada día más clamoroso y descarado.
Hemos denunciado repetidamente que Marruecos maltrata a la prensa autóctona. No le gusta. No la quiere. Las acciones derivadas de esa malquerencia son con toda seguridad la causa de que año a año, el Reino alauí vaya retrocediendo puestos en la Clasificación mundial de la Libertad de Prensa que desde 2002 elabora Reporteros sin Fronteras. En la correspondiente al año 2009, ocupa un ominoso 127 puesto en un “ranking” de 175 países, cinco por debajo del que ostentaba en 2008.
Con motivo de la cumbre entre Marruecos y la Unión Europea, organizada en Granada para los días 6 y 7 de marzo de 2010, Reporteros sin Fronteras envió el pasado 2 de marzo una carta a los señores Herman Van Rompuy, Presidente del Consejo Europeo, José Manuel Barroso, Presidente de la Comisión Europea y José Luis Rodríguez Zapatero, Presidente del gobierno español encargado de la presidencia rotatoria de la Unión Europea. En la carta, la organización les hacía partícipes de sus preocupaciones en lo que se refiere a la seria degradación, en los últimos meses, de la situación de la libertad de prensa en nuestro vecino del Sur y les pedía que recordaran a las autoridades marroquíes su compromiso con el respeto a la libertad de prensa. En carta de 30 de marzo, desde la Presidencia del Gobierno de España se nos contestó que esta cuestión estaría presente en la agenda de las relaciones bilaterales Unión Europea-Marruecos “con la densidad de relaciones derivadas de la existencia de un estatuto avanzado”.
¿Cómo se explica este retroceso en el respeto a una libertad fundamental como es la libertad de prensa? Marruecos es una monarquía parlamentaria aún cuando el Rey sea a la vez “emir almuminin” o príncipe de los creyentes, es decir la máxima autoridad religiosa. Tiene una Constitución. Es un país pluripartidista que celebra sus elecciones cuando toca. Aún más, hay una prensa independiente. Los medios de comunicación no se hallan sujetos a censura previa. Entonces, ¿por qué ese retroceso? La razón es bien sencilla: en Marruecos no hay censura pero sí existen una “líneas rojas” que ningún periodista debe franquear. El Palacio real se crispa extraordinariamente cuando la prensa no se adecua a lo “políticamente correcto” en tres temas fundamentales: el Rey y su entorno, la religión musulmana y el Sahara occidental. Son los tres tabúes de la prensa marroquí. Sin olvidar la denuncia de los temas de corrupción en las esferas administrativas.
Cierto que en el transcurso de los últimos años aumentaron considerablemente las cabeceras facilitando un cierto pluralismo informativo. Por otra parte desde el año 2005 con la creación de la Alta Autoridad de la Comunicación Audiovisual pareció abrirse un proceso de liberalización de las ondas con el crecimiento del número de radios y canales de televisión. Pero en la segunda fase, las nuevas licencias concedidas el 23 de febrero de 2009, echaron un jarro de agua fría sobre las expectativas suscitadas. No se dio luz verde a ninguna nueva frecuencia generalista y de información, ni tampoco ninguna cadena de TV privada.
Lo mismo ha ocurrido en la blogosfera marroquí, reconocida por su dinamismo. El 8 de septiembre de 2008, se produjo la primera condena de un “ciberdisidente”: Mohammed Erraji fue condenado por haber publicado un artículo digital sobre la política social de Mohammed VI. ¿Delito? “faltar al respeto debido al Rey”, contemplado en el artículo 41 del Código de la prensa.
Por lo que hace referencia a la prensa extranjera, el control se ejerce mediante la renovación o no de sus acreditaciones, especialmente para aquellos que osan abordar “de forma indebida” el tema del Sahara occidental, aduciendo en este caso “comportamiento profesional no conforme a la legislación nacional en vigor”.
La verdad es que el balance de la libertad de prensa tras 10 años de reinado de Mohammed VI que se cumplió el 23 de julio pasado, es muy controvertido. Por una parte, es innegable que las condiciones de trabajo de los periodistas marroquíes mejoraron, en parte gracias a la tenacidad de la prensa independiente y, en parte al deseo de flexibilización del propio Monarca. Cierto que en los últimos cinco añosa disminuyeron las condenas a penas de prisión incondicional pero como contrapartida aumentó el número de procesos judiciales abiertos oficialmente o no por el Palacio, a directores y editores de medios de comunicación que se saldan con penas de multas exorbitantes (como las arriba citadas) y desproporcionadas que sólo tienen como objeto asfixiar las publicaciones. Por no mencionar la publicidad y las subvenciones a la prensa, usadas como “reguladores” de la línea editorial de las diferentes publicaciones.
En mayo de 2003, se incluyó en el Código de la prensa, promulgado el 3 de octubre de 2002, una ley antiterrorista muy vaga en su redactado sobre la cobertura de los temas de terrorismo lo que da ocasión a interpretaciones abusivas. En 2006, el gobierno y los profesionales de la prensa empezaron a hablar de un nuevo proyecto de reforma del Código de prensa que a día de hoy sigue en punto muerto. Desde entonces se han condenado a penas de cárcel a conocidos periodistas y bloggers, como Ali Lmrabet, Anas Taddili, Abderraman Badraui, Mustafá Hormayallah, Yunes Erraji, Fuad Murtada o Driss Chahtane,
La conclusión es que en tanto no se abroguen los artículos que comportan penas de cárcel para los periodistas, no se suavicen las sanciones económicas de multas millonarias y no se reformulen algunos artículos del Código de prensa como el artículo 41 que deja una amplia arbitrariedad a los jueces, Marruecos seguirá retrocediendo en cuanto a la libertad de prensa como pilar de la democratización y aún de la modernización de su sociedad.
María Dolores Masana Argüelles
Presidenta de Reporteros sin Fronteras