EE.UU. | RSF exige al departamento de policía de Oakland unas discupas publicas por su comportamiento en el caso Bailey

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| RSF exige al departamento de policía de Oakland unas discupas publicas por su comportamiento en el caso Bailey
03.08.2011 18:30

Se acerca el cuarto aniversario de la muerte de Chauncey Bailey, el primer periodista estadounidense asesinado en territorio norteamericano en los últimos 30 años. El 10 de julio pasado, la KTVU publicó más de 1000 páginas de declaraciones juradas sobre el caso. Reporteros Sin Fronteras pide al Departamento de Policía de Oakland unas disculpas públicas por su opacidad a lo largo de la investigación, una actuación que ha atentado contra la libertad de información y el interés público.

Censura colectiva

Hace dos años, Howard Jordan, adjunto del Jefe de Policía de Oakland, ordenó a todo el departamento de policía y, en especial, al sargento Derwin Longmire, principal detective del asesinato de Chauncey Bailey, que no hablaran sobre el caso hasta el final de las investigaciones, impidiendo a la prensa entrevistar a los miembros del departamento sobre su colega asesinado. El Sargento Longmire aceptó conceder una entrevista a la KTVU, publicada el 10 de julio de 2011.

Como ya se filtrara a la prensa en su momento, el sargento Longmire habría investigado por su cuenta el negocio criminal que Bailey investigaba antes de su muerte, el Your Black Muslim Bakery (YBMB), dirigido por Yusef Bey IV, principal acusado del asesinato del periodista. El sargento no le habría comunicado a sus jefes y compañeros de trabajo lo que estaba haciendo. Sin embargo, los documentos contienen un testimonio bajo juramento donde el jefe inmediato de Longmire le ordena seguir esa línea de investigación y afirma también que el fiscal del distrito tiene conocimiento de sus actuaciones y las aprueba. En otro testimonio bajo juramento, el subjefe Jeff Israel, también aprueba la actuación del sargento Longmire:

– Abogado: ¿Podría usted decir si en algún momento la fiscalía, o al menos los miembros de la oficina del fiscal involucrado en la investigación, se mostraron satisfechos con el trabajo que el sargento Longmire estaba haciendo?
– Jefe Adjunto Israel: Sí.
– Abogado: ¿Y qué descubrió usted?
– Jefe Adjunto Israel: No sólo no les preocupaba, sino que pensaban que era ejemplar, probablemente el mejor investigador que tenemos, en lo que a investigaciones criminales y entrevistas se refiere.
– Abogado: ¿Recuerda usted en algún momento haberle preguntado a alguien si creían que el sargento Longmire estaba tratando de proteger a Yusef Bey IV de estar implicado en el asesinato?
– Jefe Adjunto Israel: Varias personas. La mayor parte venían a mí y me decían: «¿Sabes que hay una percepción de que tal vez no debiera estar al frente del caso?». Yo cerraba la puerta y decía: «Muy bien, háblame de eso. Estoy dispuesto a escuchar». Al final de la conversación, yo preguntaba «¿Cree usted que el Sargento Longmire pondría en peligro el caso?» Y cada una de las personas respondía: «Absolutamente no».

El Secretario General de Reporteros Sin Fronteras, Jean-Francois Julliard, considera que «los documentos dejan claro que la policía manipuló la información a los medios de comunicación y puso al sargento Longmire como chivo expiatorio para ocultar su mala conducta. El departamento de policía de Oakland debería pedirle disculpas al sargento y a los ciudadanos estadounidenses por su falta de transparencia, por encubrir el caso, y por prohibir a los periodistas acceder a la verdad y engañarles durante toda la investigación».

Según los documentos, ya en 2002, el sargento Longmire advirtió al los altos mandos de la policía que la YBMB era una «empresa criminal», cinco años antes de que Bailey fuera asesinado a sangre fría en el centro de Oakland. Pero, a pesar de las repetidas advertencias,  no se tomó ninguna acción seria y sostenida al respecto, hasta que fue demasiado tarde para Chauncey Bailey. El sargento Longmire aludió a las órdenes recibidas de los altos mandos de la policía para explicar por qué tuvo tal contacto con Bey y sus asociados.

A la prohibición que impusieron algunos jefes de la policía al sargento Longmire, impidiéndole contar a los medios su versión de la historia, se suma el hecho de que, en su momento, se llegara a filtrar una información confidencial de la policía, según la cual el sargento Longmire había sido encontrado culpable de mala conducta y había sido despedido.

Declaración jurada del capitán Joyner:

Capitán Joyner: «La orden de silencio era equivalente a pedirme que bajara las manos y permitiera que me golpearan continuamente en la cara sin poder oponer resistencia».

Cuando las quejas sobre las filtraciones llegaron ante el personal de mando, el subjefe Jordan pidió otra investigación interna, esta vez para averiguar quién estaba filtrando información a los medios de comunicación. Las declaraciones juradas indican que el Departamento de Asuntos Internos comprobó registros telefónicos, tráfico de Internet y llevó a cabo varias medidas para averiguar la autoría de las filtraciones. La única persona inmune al escrutinio fue el entonces jefe Wayne Tucker. Los documentos muestran que esta investigación interna no tuvo ningún resultado.

Perseguir a los reporteros para ocultar la verdad

Mientras que al sargento Longmire y al resto del departamento se les prohibía hablar con los medios de comunicación y se llevaba a cabo la investigación sobre las filtraciones, los documentos muestran que el entonces jefe, Wayne Tucker, y el subjefe, Howard Jordan, decidieron hablar con la prensa en varias ocasiones.

Jordan asistió a una «historia de 60 minutos» sobre el asesinato de Chauncey Bailey. Por su parte, el jefe Tucker convocó una reunión con el Proyecto Chauncey Bailey para hablar sobre la redada policial programada para el 01 de agosto de 2007 en la YBMB. Pero entonces Wayne Tucker pospuso la incursión al 3 de agosto, dos días después, para que un miembro de su personal de mando pudiera ampliar un viaje un día más.

Bailey fue asesinado a balazos la mañana del 2 de agosto.

Tucker no quería salir en las noticias. Antes de la reunión prevista, urdió un plan para encubrir a sus principales comandantes, como desvelan las declaraciones juradas del capitán de la policía de Oakland, Ersie Joyner, entonces jefe de Homicidios cuando Bailey fue asesinado:

– Capitán Joyner: «El jefe Tucker fue firme en que sólo teníamos una fecha fijada y que nunca hubo dos fechas.»
Abogado: «Y, hasta donde usted sabe, ¿el jefe Tucker sabía que había dos fechas, el 1 de y el 3 de agosto?
Capitán Joyner: «Sí».
Fiscal: «¿Había alguien más en esa reunión con el jefe de Tucker, el jefe Jordan y otros miembros del departamento, que creyera que había dos fechas, el 1 y el 3 de agosto?»
Capitán Joyner: «Sí».
Fiscal: «Después de esa conferencia de prensa, ¿habló usted con el jefe Tucker sobre lo que usted percibe como una declaración deshonesta?»
Capitán Joyner: «Sí».

El capitán Joyner también afirma en su testimonio, bajo juramento, que después de la conferencia de prensa, Tucker llamó a dos organizaciones de noticias para impedir la publicación, diciendo que se trataba de «un favor».

Ambas organizaciones de noticias publicaron la historia sin tenerlo en cuenta.

«El hecho de que la prensa optase por publicar no es un indicador de la libertad de la que gozaban los medios de comunicación, sino de los riesgos que asumieron. Otros periodistas siguen estando acosados por informar sobre la corrupción del país. Reporteros Sin Fronteras lamenta profundamente que no se haga nada para que puedan trabajar en condiciones más seguras», afirma el Secretario General de la organización.

Bay Area ha publicado algunas de estas declaraciones en julio de 2011 y ha llamado al ex jefe Wayne Tucker par pedirle su opinión. Tucker profirió una lista de insultos y colgó. Jordan también se negó a hacer comentarios, comunicando, a través de un portavoz, que no hablaría sobre un proceso judicial abierto. El abogado del departamento de policía, pagado con el impuesto de los contribuyentes, también envió un correo electrónico indicando que la entrevista debía ser cancelada.

«Es intolerable que los altos mandos de la policía no sean sancionados por dañar la libertad de información. Pedimos al departamento de policía de Oakland que asuma su responsabilidad para garantizar que los periodistas puedan realizar su trabajo con normalidad», concluye Jean-Francois Julliard, Secretario General de Reporteros Sin Fronteras