A pesar de la pacificación de sus relaciones con la vecina Etiopía, Eritrea mantiene todavía un control férreo sobre los medios de comunicación. Diez años después de su creación en París, Radio Erena (“Nuestra Eritrea”), apoyada por Reporteros sin Fronteras (RSF), sigue siendo la única voz que permite a los eritreos acceder a una información independiente.
«Nuestros oyentes de Eritrea han pasado rápidamente de la esperanza a la desilusión», lamenta Amanuel Ghimaï Bhata, uno de los tres periodistas en el exilio de Radio Erena en París. La pacificación de las relaciones entre Etiopía y Eritrea en 2018 puso fin a varias décadas de conflicto casi ininterrumpido entre los dos vecinos. En el lado etíope, esto supuso la liberación de todos los periodistas encarcelados, la autorización otorgada a cientos de medios previamente prohibidos y una libertad de expresión recién estrenada. Pero en Eritrea, el régimen de Issaias Afeworki no ha emprendido ninguna reforma en esta dirección.
El país sigue siendo la primera prisión en el África subsahariana para periodistas con, según RSF, al menos 11 profesionales de la información detenidos en condiciones terribles, sin acceso a sus familiares y abogados, algunos de ellos encarcelados desde hace casi 20 años.
Ningún medio independiente ha conseguido hacerse un hueco frente al puñado de medios oficiales que no tiene otra alternativa que transmitir la propaganda del régimen de Asmara. Incluso en la Red, es difícil acceder a una información creíble. De hecho, Eritrea cuenta con una de las tasas de implantación de internet más bajas del mundo (por debajo del 2%). Y los eritreos están vigilados de cerca. En los cibercafés tienen que identificarse de forma obligatoria para poder conectarse.
“En este desierto mediático, Radio Erena (“Nuestra Eritrea”), que celebra ahora su décimo aniversario, sigue siendo el último oasis de información producida de forma independiente y apolítica”, afirma Arnaud Froger, jefe de la oficina de RSF en África. “Desafortunadamente, el viento de libertad que ha estado soplando durante un año en la prensa etíope se ha detenido en la frontera con Eritrea. RSF continúa exigiendo pruebas de vida y la liberación de periodistas detenidos en cárceles del país «, añade Froger.
Biniam Simon, fundador de Radio Erena, ha logrado evitar el triste destino de sus colegas a costa de un exilio prolongado. Llegado a Francia en 2006, el ex presentador de televisión estatal Eri-TV cofundó Radio Erena tres años después. Según un estudio realizado por la Deutsche Welle Akademie en 2017, al menos 520,000 personas escuchan regularmente esta emisora en Eritrea.
Desde su modesta sede en un pequeño piso de París, Radio Erena logra transmitir dos horas de programa por día en lengua tigriña y en árabe, los dos idiomas principales del país africano. Los tres periodistas en el exilio que animan las emisiones pueden contar además con una veintena de corresponsales y una red de fuentes locales para difundir la información que las autoridades de Asmara preferirían ignorar o acallar. Así, en 2011, en pleno desmoronamiento del régimen de Gadafi, Radio Erena hace pública una lista de varios cientos de nombres de refugiados, la mayoría eritreos, que se encuentran en Libia en un contexto de seguridad muy degradado. “El teléfono no paraba de sonar, las familias de los refugiados nos llamaban todo el tiempo desde Eritrea», recuerda Biniam. Estuvimos en directo todo el día «.
Dos años más tarde, un intento de golpe de Estado estalla en Eritrea. El motín fracasa y los soldados finalmente son arrestados unas horas después. Sólo Radio Erena consigue informar sobre lo que aconteció aquel día histórico.
“Hay que mantener la esperanza, el régimen está muy aislado y eventualmente caerá», afirma Biniam. Su colega Amanuel está de acuerdo. «Un día instalaremos Radio Erena en casa, en Asmara».
Mientras tanto, Eritrea ocupa el puesto 178 de los 180 países que conforman la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2019 de RSF. Ver también el Informe Anual de la organización.