CLASIFICACIÓN 2024 | MAGREB Y ORIENTE MEDIO: El periodismo se asfixia bajo el peso de las presiones políticas
En la inmensa mayoría de los países de la región, el indicador político de la libertad de prensa está en caída libre. Las autoridades prosiguen sus intentos de controlar a la prensa por todos los medios posibles: violencia, detenciones, leyes liberticidas, presiones económicas e instrumentalización de las normas sociales. A todo ello se suma la impunidad sistemática de los crímenes cometidos contra los periodistas.
Una región en guerra
En la región, las guerras están matando a los periodistas. Palestina (157º), el país más peligroso para los reporteros, paga el mayor tributo. Hasta la fecha, el ejército israelí ha asesinado a más de 100 periodistas en Gaza, de los cuales al menos 22 estaban en el ejercicio de su trabajo. Desde el comienzo de la guerra contra Hamás, Israel (101º) intenta asfixiar la información procedente del enclave asediado, mientras la desinformación se infiltra en su ecosistema mediático. Adelantado en la Clasificación por Qatar (84º), Israel ha perdido su posición de liderazgo en la región: la situación de la libertad de prensa ha pasado de «problemática» a «difícil» en el país.
Más allá de Palestina, en Líbano (140º), tres periodistas han sido asesinados por las fuerzas israelíes. En Sudán (149º), que vive un conflicto interno desde abril de 2023 en el que han muerto varios periodistas, la situación de la libertad de prensa ha pasado a ser «muy grave». Siria (179º, -4) ha quedado relegada a la penúltima posición de la Clasificación, y aun siendo uno de los países más peligrosos del mundo para los profesionales de los medios, sus periodistas exiliados viven amenazados en Jordania (132º), Turquía y Líbano con ser deportados de vuelta.
Encarcelamiento de periodistas y presiones políticas
Los Estados de la región no escatiman esfuerzos para endurecer las trabas al derecho a la información: vigilancia por todos los medios en el Golfo Pérsico; proyectos de leyes restrictivas y liberticidas en Kuwait (131º) y Líbano, o ya promulgadas, como en Jordania y Argelia (139º), donde la prensa independiente está amenazada de extinción.
Cinco de las diez mayores cárceles de periodistas del mundo se encuentran en Oriente Medio, en concreto, en Israel (101º), Arabia Saudí (166º), Siria (179º) e Irán (176º), que mantiene su mala posición en la Clasificación por su política intensiva de encarcelamientos. La liberación de algunos periodistas presos en Egipto (170º), debidas especialmente a la presión internacional, y de periodistas secuestrados en Yemen (154º), tras el acuerdo entre Irán y Arabia Saudí, confirman la influencia de los intereses políticos en la seguridad de los reporteros.
Los periodistas sufren presiones de los políticos en todos los países de la zona y a menudo pagan el precio de la polarización política, como sucede en Irak (169º). En Túnez (118º), los reporteros que critican el control que ejerce el presidente en el poder desde 2019 son detenidos e interrogados, evocando la etapa anterior a la revolución.
Cada vez más, el poder traza líneas rojas para censurar temas o imponer cómo se cubren. Desde la guerra, hasta la corrupción; desde los delitos financieros, hasta las crisis económicas; desde el feminismo, hasta la migración; desde los grupos étnicos, hasta las minorías sexuales: en Oriente Medio, la lista de temas «autorizados» para la prensa no deja de menguar.
Aunque sólo en Marruecos (129º) se registra un alza del indicador político, este hecho se debe a la ausencia de nuevas detenciones, pero no reduce la magnitud de la represión, especialmente la judicial, que se mantiene contra los profesionales de los medios.