Depredadores contumaces
Publicado en el diario El País el 3/05/2010 |
Asesinatos, encarcelamientos, secuestros, exilios, amenazas, agresiones, cierres de medios de comunicación… Cifras penosas, y en aumento, que pesan sobre los periodistas en todo el mundo. En poco más de un mes, siete periodistas han sido asesinados en Honduras, convertido ya en el país más peligroso del mundo para estos profesionales; cuatro en México en lo que va de año. En las cárceles de Cuba permanecen presos 25 periodistas, y más de un centenar fueron encarcelados el año pasado en Irán, donde 26 continúan todavía entre rejas. Sin contar los 50 que han tenido que exiliarse a la carrera, prácticamente con lo puesto.
¿Qué está pasando con la libertad de prensa en el mundo? ¿Por qué tantos gobernantes, monarcas, militares, traficantes, policías, terroristas y organizaciones criminales de todo tipo, tienen patente de corso para cometer tropelías sin par? ¿Dónde ha quedado la defensa por los países democráticos, por sus líderes políticos, instituciones y ciudadanos, del sacrosanto derecho a la libertad de expresión e información promulgada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y recogida en sus Constituciones? Porque no es inusual que gobernantes demócratas sin tacha se fotografíen sonrientes, y sin que se les caiga la cara de vergüenza, con alguno de los protagonistas de la lista de Depredadores de la Libertad de Prensa que hoy publica Reporteros Sin Fronteras, coincidiendo con el Día Internacional de la Libertad de Prensa. Se comprende que los intereses económicos pesan más que los derechos humanos que se han comprometido a defender, pero ¿puede un ministro español sonreír junto al dictador Teodoro Obiang, «el dios de Guinea Ecuatorial», que mantiene un control férreo sobre la información -el país sólo cuenta con un corresponsal extranjero, estrechamente vigilado- y escuchar cómo ataca a los periodistas españoles sin que se le altere el gesto?
Se puede alegar que estas cosas no pasan en los países democráticos, que semejantes lindezas están reservadas a las dictaduras, a los países fallidos o en guerra. No se lo crean. Aunque evidentemente las dictaduras y sus conocidos déspotas se llevan la palma, en la lista de depredadores hay también países con el marchamo de demócratas donde los periodistas no pueden ejercer libremente su profesión sin arriesgar la vida o la libertad. Países como Italia, España, Israel o México. Sus depredadores son grupos terroristas, como ETA en España -todavía varias decenas de periodistas trabajan y viven con escolta-, o mafias, como en Italia, donde las denuncias del autor de Gomorra, Roberto Saviano, amenazado de muerte -igual que Lirio Abbate, autor de Los cómplices, y la periodista de Il Mattino de Nápoles, Rosaria Capacchione-, no han logrado inmutar al gran acaparador de la comunicación italiana, pública y privada, Silvio Berlusconi. El jefe de Gobierno italiano amenazaba en noviembre pasado con «estrangular» a los autores de películas y libros como Gomorra, porque colaboran a la popularidad de la mafia y dan una mala imagen de Italia.
¿Y qué decir del primer ministro ruso Vladímir Putin, firme partidario del «control» de los medios de comunicación -en 2009 asesinaron en Rusia a cinco periodistas-, o del todopoderoso presidente chino Hu Jintao, a quien cortejan los líderes de todos los países democráticos, porque los millones de consumidores chinos nublan la visión de sus cárceles que encierran, entre centenares de disidentes, a 30 periodistas y numerosos internautas, alguno tan famoso como Liu Xiabo?
No nos engañemos. Estas son sólo algunas de las cabezas más visibles, pero hay otros depredadores que amenazan la libertad de prensa. Menos cruentos pero también letales. Son los que con la disculpa de la crisis económica aprovechan para aligerar plantillas en los medios de comunicación, ¡y de qué forma!; para pagar salarios irrisorios; para utilizar «enviados especiales» a los sitios en conflicto, que en realidad son colaboradores mal equipados, mal pagados, y sin protección alguna; para acongojar a los periodistas hasta el punto de convertirles en sumisos y acríticos profesionales.
Los que pregonan y ensalzan la gratuidad de la información en Internet, como si el trabajo periodístico riguroso y de calidad surgiera por generación espontánea y no necesitara de grandes inversiones. Y no se puede negar que la crisis económica, que coincide con la tecnológica, está siendo dura con los medios de comunicación, en especial con los de papel impreso. Pero no la convirtamos en la gran coartada, porque acabaremos tirando piedras contra la libertad de prensa que necesita de profesionales críticos, además de honestos. Y un periodista acobardado es un periodista obediente, y una fácil presa de la autocensura.
En la lista de Depredadores de Reporteros Sin Fronteras, hay 40 nombres. La mayoría repiten de años anteriores, Ahmadinejad, Raúl Castro, Gaddafi, Hu Jintao, Teodoro Obiang, el mulá Omar… Son los contumaces, los que no quieren desertar del galardón de figura sin escrúpulos. Ya se sabe, ellos no tienen que dar, o no dan, cuentas a nadie. Y esa seguridad es no sólo una de las mayores amenazas que pesan contra la libertad de expresión, los periodistas y los medios de comunicación, sino también sobre la democracia. Porque sin una prensa libre, sin unos periodistas libres, no hay democracia posible.
Malén Aznárez
Vicepresidenta de Reporteros sin Fronteras España