HONG KONG | La libertad de prensa está en caída libre 20 años después de la transferencia a China
Ha pasado una generación desde que Hong Kong fuera devuelto a China y el nivel de libertad de prensa en la antigua colonia británica nunca ha sido tan bajo. La violencia física contra los periodistas ha disminuido en los últimos años, pero el control mediático sigue creciendo a pesar de la aparición de unos cuantos medios digitales independientes, aunque frágiles.
Hong Kong festejará con gran pompa el 20 aniversario de la transferencia de soberanía a China el 1 de julio, que es también el 96 aniversario de la fundación del Partido Comunista chino y el día en que el nuevo presidente ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam, asumirá oficialmente el cargo después de ser elegido por un pequeño comité con el apoyo de Pekín.
El presidente chino, Xi Jinping, está invitado a la fiesta, que incluirá un gigantesco espectáculo de fuegos artificiales con las letras HK en el cielo, junto con «China» escrito en caracteres en mandarín simplificados, el idioma oficial en el continente, pero poco utilizado por los residentes en Hong Kong.
Un total de 26 periodistas que representan a diez medios de comunicación de Hong Kong no estarán acreditados para cubrir estos eventos porque, igual que se les prohibió cubrir la elección de Lam en marzo, las autoridades no reconocen a los medios de comunicación que publican únicamente en Internet. La Asociación de Periodistas de Hong Kong (HKJA, por sus siglas en inglés) lleva cinco años exigiendo un trato similar para los medios digitales, pero la solicitud sigue estando, curiosamente, «bajo examen».
En cuanto a los afortunados periodistas a los que se ha enviado acreditación, el mensaje no podría haber sido más claro. El documento adjunto dice que sus datos personales pueden ser compartidos con todas las agencias policiales.
Los principales medios de comunicación, bajo control
Esto no es una cuestión sin importancia en el Hong Kong de 2017. En el transcurso de 20 años de gobierno pro chino, se han deteriorado buena parte de las libertades de la antigua colonia británica, aunque en teoría están garantizadas por su condición de Región Administrativa Especial.
En la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras, Hong Kong ha caído del puesto 18 que ocupaba en 2002, año en que se creó la tabla, al 73 que ocupa en la actualidad.
Amnistía Internacional califica la situación de los derechos humanos como la peor en 20 años. Es la libertad de expresión y la libertad de prensa «con características chinas», para usar la neolengua de Pekín que los residentes de Hong Kong encuentran tan difícil de asimilar.
¿Qué se puede esperar de los medios tradicionales? La mayoría de los propietarios de medios tienen fuertes intereses comerciales en China y más de la mitad son miembros de organismos políticos chinos como la Asamblea Popular Nacional o la Conferencia Consultiva Política del Pueblo. Si estos editores quieren hacer negocios en el continente, nada ayuda más que una buena dosis de «patriotismo», lo que viene a significar autocensura.
La Autoridad de Comunicaciones, que se encarga de regular los medios de comunicación de Hong Kong, vigila de cerca a los propietarios de medios que no lo han entendido. Uno de sus métodos es amenazar con no renovar su licencia (ver informe: «La mano invisible de Pekín en los medios de Hong Kong«, en inglés, en la web de RSF Internacional).
Cuando Jack Ma, presidente ejecutivo de la empresa china de comercio electrónico Alibaba, compró en diciembre de 2015 el diario de Hong Kong en lengua inglesa South China Morning Post, se frustraron las esperanzas de que esta venerable institución, creada en 1903, desempeñara el papel de perro guardián.
A principios de 2016, casi 30 empleados, entre ellos la sección de Internacional al completo, abandonaron los periódicos y fueron inmediatamente reemplazados por personas con reputación de dóciles o partidarios de Pekín.
Métodos más discretos que la violencia física
Afortunadamente, los ataques físicos contra los medios de comunicación han disminuido en los últimos dos años, aparte de una agresión policial contra un periodista del diario Min Pao que cubría los disturbios en el distrito de Mongkok en febrero de 2016. Más de un año después, el sistema judicial parece no tener prisa para esclarecer el caso.
La violencia alcanzó su punto máximo en 2014, el año de la «revolución de los paraguas», en la que decenas de miles de manifestantes exigieron más democracia y organizaron una sentada callejera que duró más de dos meses. En la jornada 79, la policía rompió la protesta usando gas lacrimógeno, dejando a muchas personas heridas, incluyendo a periodistas que cubrían el evento.
El año 2014 comenzó con un ataque a cuchilladas contra un periodista de Ming Pao, Kevin Lau y continuó con actos intermitentes de violencia contra los medios, especialmente el grupo Next Media, que tuvo que lidiar a la vez con el bloqueo de su imprenta, dos ataques con cócteles molotov y un ataque informático a gran escala. Pero al final, estos actos tan ruidosos no hicieron sino aumentar un poco más la hostilidad pública hacia Pekín.
Periodistas acosados y despedidos
Desde entonces, el gobierno parece haber preferido métodos más discretos para acosar y silenciar a periodistas y medios independientes. El diario líder Mingpao despidió de repente a su director, Keung Kwok-yuen, oficialmente por motivos económicos, el 20 de abril de 2016, horas después de que publicara una historia centrada en políticos y empresarios locales bien conocidos que habían sido nombrados en los «Papeles de Panamá».
A pesar de la ola de protestas, Keung no fue readmitido y se une a la larga lista de periodistas cuyos reportajes críticos han acabado en despido, una práctica que desafortunadamente se ha vuelto común en Hong Kong.
El periódico en chino Sing Pao Daily News es conocido por su línea pro Pekín, pero su presidente, el empresario chino Gu Zhuoheng, lo pagó caro cuando el periódico publicó una serie de editoriales en 2016 criticando al jefe del ejecutivo de Hong Kong y sus vínculos en China. La policía china emitió una orden de arresto de Gu por presunto fraude financiero, obligándolo a huir al extranjero. En febrero de este año, un ataque informático bloqueó la web del periódico durante un día.
Nueva generación de medios digitales
Con unos medios tradicionales que no cumplen su función, el público se ha dirigido a Internet y al puñado de diarios digitales independientes que han surgido en los últimos dos años. De apariencia muy profesional a pesar de sus exiguos presupuestos, se han lanzado a la cobertura de noticias locales que el veterano inMedia venía proporcionando desde 2004. Entre estos nuevos medios están HK01, The Initium, Post852, Stand News, Hong Kong Free Press y Citizen News.
Financiado por donaciones de lectores, el Stand News, sin fines de lucro, fue el primero de los diarios digitales de nueva generación que se puso en marcha. El empresario Tony Tsoi lo lanzó en enero de 2015, unos meses después de verse obligado a cerrar un sitio web anterior, House News, tras ser secuestrado y amenazado por los servicios de seguridad durante una visita a China.
El siguiente fue Hong Kong Free Press, en inglés. Dos periodistas independientes lo crearon en el verano de 2015 después de que una campaña de crowdfunding que reunió cuatro veces más de la cantidad prevista. En dos años de funcionamiento asegura que se han publicado 8.500 artículos, y que tienen 500.000 visitantes únicos y un millón de visitas al mes. Se trata de un número significativo de lectores en un territorio con 7,3 millones de habitantes, el 95% de ellos de habla china.
Citizen News, un digital por suscripción en chino, apareció en enero de este año. Fue fundado por una docena de veteranos de los medios de comunicación, incluyendo a Kevin Lau, quien usó su convalecencia para ayudar al desarrollo del proyecto, y Daisy Li, una famosa periodista que recibió el Premio Internacional de Libertad de Prensa del Comité para la Protección de los Periodistas en 1994.
Sin embargo, las perspectivas de estos nuevos medios de comunicación en línea son inciertas. Se les impide cubrir eventos oficiales, utilizan modelos económicos no comerciales cuya viabilidad aún no se ha demostrado, están expuestos a la posibilidad de ataques informáticos y es muy difícil, si no imposible, cubrir la China continental.
Además, también se enfrentan a la posibilidad de someterse a los mismos métodos brutales que se utilizaron para controlar el sector editorial independiente de Hong Kong.
Secuestros de editores de libros
Aunque han pasado ya dos años, nadie ha olvidado el secuestro en 2015 de cinco empleados de una editorial de Hong Kong especializada en libros sensacionalistas sobre altos cargos chinos. Posteriormente, aparecieron en la televisión china, escoltados por policías y obligados a confesar sus «crímenes».
Otro editor, Yiu Mantin, había sido sentenciado a diez años de prisión en el continente en 2014 cuando estaba a punto de publicar un libro en Hong Kong con el sugestivo título de «Xi Jinping, el padrino de China».
En el Hong Kong hoy en día, uno se lo piensa dos veces antes de publicar revelaciones sobre los líderes de Pekín, sobre todo porque Lee Bo, un editor y ciudadano británico, fue secuestrado en Hong Kong, y a Gui Minhai, ciudadano sueco, lo secuestraron en Tailandia y sigue retenido en China.
Ambos casos sirven como un recordatorio constante para los habitantes de Hong Kong de que nada – ni un pasaporte, ni una frontera – los protege completamente de los servicios de inteligencia chinos. Constituyen una amenaza permanente, especialmente porque Pekín ha convertido el secuestro y la tortura de activistas de los derechos humanos en uno de los signos de identidad de sus métodos autoritarios en los últimos años.