INFORME RSF #RespectPressCAT | 10/12 | El anonimato como síntoma
Una muestra clara de que la autocensura se abre paso y de que la libertad de información puede estar resintiéndose de la tensión política es que algunos periodistas prefieren mantener el anonimato, cuando se les consulta si quieren que RSF traslade su visión y/o sus quejas públicamente.
“Nada ni nadie me impiden dar mi nombre, pero últimamente cualquier declaración, hecho o gesto se instrumentaliza políticamente en Cataluña, tanto por un lado como por el otro, por lo que no quiero mezclar mi identidad, ni la de mi agencia, en campañas de instrumentalización”, explica el corresponsal de una importante agencia de noticias europea.
“Prefiero no salir citado por dos motivos: no quiero erigirme en protagonista y realmente considero el acoso de los ‘trolls’ un gaje del oficio. Estamos en la arena pública y los periodistas somos sujetos de crítica”, afirma un corresponsal español en Bruselas, quien sin embargo accede a compartir su opinión con RSF. “Por parte de políticos y organizaciones independentistas, más que insultos y descalificaciones directas, he sufrido lo que llamo el “efecto bengala”. Un político independentista te retuitea o cita criticando tu opinión -de forma no necesariamente injuriosa o insultante pero sí dejando claro que no le gusta lo que has dicho o discrepando abiertamente-, y entonces se abre la veda con sus seguidores, que son los que sí entran a insultar. Obviamente, no puedo decir que sea una acción coordinada entre los followers del político, ni que el político busque amedrentar, pero sí creo que debería ser más consciente de las consecuencias que puede tener ese acto”, asegura.
“Por escribir, tras los atentados terroristas, que había contactos entre Bélgica y los Mossos d’Esquadra sobre el Iman de Ripoll, me llamaron ‘anticatalán’ y preguntaron a mi medio por qué me mantenían como empleado. Alguien encontró un vídeo de una charla que di, hace unos años, con ocasión del lanzamiento del libro que escribió una amiga acerca del bilingüismo. Mis palabras, de hecho, eran claramente favorables al hecho de dominar y hablar dos lenguas, pero ahora me acusan de estar en contra de la inmersión lingüística. Como mi amiga es militante de Ciudadanos, también me acusan de serlo. Jamás lo he sido”, explica el corresponsal de una relevante publicación europea que prefiere el anonimato. “No quiero atraer más acoso, ni ser tachado de anticatalán, pues no lo soy. Si recibo más presiones en las redes, me sería imposible desempeñar mi oficio de periodista”, añade.
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