IRÁN | 38º aniversario de la Revolución, 38 años de represión a la prensa
La libertad de prensa fue una de las principales demandas de la revolución que derrocó al Sha y llevó al poder al Ayatolá Jomeini hace 38 años, en febrero de 1979. Pero esa promesa nunca se ha materializado, e Irán es hoy en día una de las mayores cárceles del mundo de informadores, con un total de 29 periodistas y periodistas ciudadanos detenidos.
La revolución islámica ha consistido en la sucesión de una serie de líderes en los últimos 38 años sin que ello haya llevado al fin de la persecución a la prensa. Sólo los métodos para silenciarla han cambiado.
Los primeros diez años tras la revolución se caracterizaron por detenciones masivas y la ejecución de varios periodistas que habían apoyado al Sha, entre ellos Ali Asgar Amirani, Simon Farzami y Nasrollah Arman. A ello siguió la muerte de los periodistas de izquierda Said Soltanpour y Rahman Hatefi-Monfared.
A las ejecuciones oficiales de los “años negros”, les sucedieron las ejecuciones extrajudiciales para eliminar a periodistas. En 1998 hubo varios asesinatos. El cuerpo de Ebtekar Ebrahim Zalzadeh fue hallado acuchillado, la muerte de Majid Charif fue consecuencia de envenenamiento con potasio y otros periodistas y escritores como Mohammad Mokhtari y Mohamad Jafar Pouyandeh fueron estrangulados hasta la muerte. Nadie encontró nunca el cuerpo de Pirouz Pirouz Davani, editor secuestrado en 1997.
Muerte lenta
La revolución ha adoptado estrategias diferentes en los últimos 15 años. Una de las menos visibles, pero no por ello menos efectiva, ha sido el encarcelamiento de periodistas. Sometidos a torturas, malos tratos y negación de asistencia media, mueren lentamente en prisión. El bloguero Sattar Beheshti fue torturado hasta la muerte en las dependencias de la FTA (ciber-policia iraní), en 2012, tras criticar en Facebook al régimen. La fotoperiodista Zahra Kazemi y el bloguero Omidreza Mirsayafi también murieron por los malos tratos recibidos mientras estaban detenidos. Otros han puesto en riesgo su vida mientras estaban privados de libertad en huelgas de hambre y protestas en prisión. Entre ellos Hoda Saber, escritor de Iran-e-Farda, que murió en prisión en 2011.
Detenciones arbitrarias
La proximidad al aniversario de la revolución no ha traído más tranquilidad a los periodistas. De hecho la persecución se ha intensificado de cara a las elecciones de mayo. En los dos últimos meses se han producido varias detenciones arbitrarias y violaciones de los derechos a un juicio justo de los periodistas. Unos procedimientos inconcebibles en la propia legislación iraní que constituyen ademas una violación de la Declaración Universal de Derechos Humanos y el Convenio Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Pero la cárcel no es el único método empleado para silenciar a la prensa.
El código penal islámico contempla el maltrato físico y permite a los jueces condenar a latigazos y lapidaciones. Los artículos 609 y 698 del Código Penal contemplan penas de 74 latigazos por publicar noticias falsas o criticar a oficiales del Gobierno. Entre los años 2000 y 2005 cinco periodistas fueron azotados, y desde 2009 (y las protestas desencadenadas tras las elecciones de junio de ese año), no menos de 40 periodistas y periodistas ciudadanos han sido condenados a un total de 2.000 latigazos.