ITALIA | Casi 200 periodistas han tenido protección policial en 2017
El ataque del pasado mes de noviembre al reportero de la RAI, Daniele Piervincenzi, por parte de un jefe local de la mafia, en Ostia, ha revivido la preocupación por las amenazas a periodistas en Italia, especialmente en regiones con mayor número de presencia de la mafia, como Campania, Calabria y la ciudad de Sicilia, donde los periodistas se exponen diariamente al acoso y a la violencia.
Al menos 196 periodistas italianos han recibido protección este año. Una cifra alarmante aportada por el ministerio del Interior a principios de diciembre, en la inauguración del centro de coordinación para combatir los actos de intimidación a periodistas, una promesa hecha tras el ataque a la reportera de la RAI.
El centro, el primero en Europa de este tipo, según las autoridades italianas, pretende reforzar la coordinación entre la policía y la Federación Nacional Italiana de Prensa para dar mejor protección a los periodistas que se sienten amenazados y permitir que puedan seguir investigando en mejores condiciones.
Cubrir el crimen organizado en Italia expone con frecuencia a los periodistas a un peligro mortal. Reporteros Sin Fronteras cifra en al menos una decena a los periodistas italianos los que tienen protección permanente. Nuestra organización ha hablado con algunos de ellos.
Resistencia
Paolo Borrometi, reportero especializado en la mafia que tuvo que dejar su Sicilia natal en 2015 por motivos de seguridad después de varios ataque e intentos de intimidación, vive ahora en Roma y siempre va acompañado de varios policías. Nunca acude a una reunión solo.
“Me agredieron”, explica. “Intentaron quemarme la casa. Recibí amenazas, incluido en las redes sociales, pero nunca dejé de informar de lo que pasaba en mi región”. Ha sido sentenciado a muerte por tres familias mafiosas y, el 10 de noviembre, publicó una grabación de la última amenaza de muerte que había recibido del hermano de un jefe de la mafia.
Lirio Abbate, especializado en crimen organizado y editor del semanario L’Espresso, es el periodista que más tiempo lleva con protección policial en Italia. Tiene escolta desde 2007, cuando publicó el libro “Yo cómplice”, sobre las conexiones entre políticos y mafiosos.
“En Italia hay una gran tentación a eliminar los hechos”, afirma. “De modo que el trabajo del periodista es combartir la ignorancia y las noticias falsas, para que la opinión pública pueda estar informada. Este es un trabajo que molesta a algunos criminales con redes en Sicilia y Campania, porque Italia es el país occidental con más profesionales de los medios de comunicación asesinados por causas relacionadas con el ejercicio de su profesión”.
Según las cifras de la organización Ossigeno per l’Informazione (Oxígeno por la Información), 11 periodistas han sido asesinados por grupos criminales o por terroristas desde 1960. Ocho de estos crímenes tuvieron lugar en Sicilia. La mafia italiana es el mayor asesino de periodistas en Europa.
Muchos periodistas deben su supervivencia a los guardaespaldas y, aunque saben que es difícil vivir constantemente acompañados por ellos, suelen estar agradecidos a sus protectores policiales.
“La protección que me ha dado la policía nacional me ha salvado de un coche bomba frente a mi domicilio en Palermo y de un ataque armado en Roma. También han conseguido detener a uno de los asesinos que han contratado, pero las amenazas continuan”, cuanta Abbate. “La presencia de policías protegiéndome no me impide seguir trabajando sobre el terreno y, gracias a ellos, puedo seguir reafirmando la importancia del periodismo de investigación cada día”.
“En una democracia como Italia, donde la prensa es libre, resulta vital que los periodistas puedan desarrollar su trabajo de investigación de temas difíciles como la mafia y deberían poder hacerlo en las mejores condiciones posibles”, afirma Pauline Adès-Mével, responsable de la oficina de Europa-Balcanes de Reporteros Sin Fronteras.
“Pedimos a las autoridades italianas que redoblen sus esfuerzos para permitir que los periodistas, especialmente la generación más joven, pueda seguir el trabajo de sus predecesores que han pagado, algunos incluso con su vida, un alto precio por sus reportajes de investigación”.
Combatir la mafia es ahora una prioridad
La policía ha llevado a cabo varias operaciones contra la mafia en las últimas semanas, incluidas las redadas el 5 de diciembre en Palermo contra 25 miembros de una misma familia mafiosa en un sólo día.
“Tres familias llevan demasiado dictando la ley”, afirma Rosy Bindi, responsable de la comisión parlamentaria anti mafia, sobre Ostia, lugar donde se produjo el ataque al reportero de la RAI, Daniele Piervincenzi, el pasado 7 de enero.
Federica Angeli, reportera del diario La Reppublicca, es de Ostia. Después de haber empezado a exponer los detalles de la familia Spada en Ostia y el resto de la costa hasta Roma, fue secuestrada por uno de los miembros de la banda, Armando Spada, que la amenazó con matarla y matar a sus hijos.
“Los mafiosos han hecho todo lo posible para impedirme que siga escribiendo, pero han fallado”, afirmó el mes pasado en una manifestación a favor de la libertad de prensa. “Ahora estamos todos reunidos aquí. Por lo menos ahora hay un ´nosotros´ detrás de mí. He prometido a mis hijos y os prometo también que mi lápiz siempre estará al servicio de Ostia y su bienestar”, añade.
Angeli tiene protección policial desde hace cuatro años y sigue recibiendo amenazas de la mafia. Sin embargo, como muchos otros compañeros, ha escogido permanecer en su ciudad y seguir su (anormal) vida con su familia, mientras sigue cubriendo las actividades de la mafia que controla Ostia.
“La mafia no ha ganado, pero tampoco ha perdido”, afirmó el ministro de Justicia, Andrea Orlando, el día de la inauguración de la conferencia anti mafia el mes pasado. Al final de evento, admitió públicamente que la situación era alarmante.
La mafia no ha ganado, pero el ataque filmado a un reportero ha recordado el problema que lleva décadas afectando a Italia.
Italia ocupa el puesto 52 de los 180 países que conforman la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa elaborada anualmente por Reporteros Sin Fronteras.