Los investigadores se apresuran a señalar el móvil “pasional” y descartan otros posibles motivos en el asesinato de Mauricio Medina Moreno, director de una radio comunitaria indígena.
“Motivo pasional”. Las autoridades encargadas de la investigación del asesinato de Mauricio Medina Moreno, ocurrido el 11 de abril de 2010, señalaron casi de inmediato este móvil tras descubrir en el domicilio del periodista su cuerpo con veinticinco puñaladas. La víctima dirigía CRIT 98.0 FM Estéreo, una emisora de radio comunitaria indígena de Ortega, en el departamento de Tolima. Los investigadores excluyeron la pista de un grupo armado en actividad en esta zona.
Según su entorno, Mauricio Medina Moreno, de 50 años, no recibió ninguna amenaza ni tampoco aviso que podría indicar el origen del crimen. No obstante, este dato junto con las primeras constataciones no dan pie a una conclusión tan rápida acerca del posible móvil. El hecho de invocar un “motivo pasional” sirve de argumento demasiado a menudo para desechar la pista profesional e incluso cerrar un caso. Este procedimiento ya ocurrió en otros casos de asesinatos de periodistas en Colombia.
Como dirigente de una radio comunitaria, tipo de medios de comunicación muchas veces en el punto de mira de las autoridades -en particular en zona de conflicto-, la víctima corría ciertos riesgos a causa de sus actividades. Líder local reconocido, Mauricio Medina Moreno defendía en su lengua nativa la condición social y la cultura de su pueblo. Ocupaba importantes funciones en el Consejo Regional Indígena de Tolima (CRIT), del que su medio de comunicación era el enlace. También militaba a favor de la protección del medio ambiente, lo que puede dar origen a enemistades y represalias.
La situación de los movimientos indígenas sigue siendo conflictiva, tal como mostró la breve detención por los servicios de inteligencia, la víspera del asesinato de Mauricio Medina Moreno, del líder Feliciano Valencia en Popayán, en el departamento del Cauca. Mauricio Medina Moreno es el segundo periodista asesinado desde principios de año en Colombia después de Clodomiro Castilla Ospina, cuyos asesinos siguen en libertad a pesar de serias pistas apuntando a los paramilitares.