¿Que esta ocurriendo en Siria?

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20.06.2011 12:08

«Las agresiones contra los derechos humanos y especialmente contra el derecho a una información veraz en Siria son brutales. El Ejército dispara contra la población civil y contra los profesionales y medios de comunicación»

A finales de diciembre, Túnez irrumpió con fuerza en los medios de comunicación copando portadas, abriendo informativos, con las masivas protestas populares que iban a convertirse en la punta de lanza de las grandes revueltas árabe-islámicas que aún siguen en curso.

Plaza Tahrir, Plaza de la Perla, Plaza de los Mártires, Plaza de la Liberación,… una serie de nombres de foros reivindicativos que se han convertido en símbolos de la indignación de unos pueblos sojuzgados durante decenios por gobernantes autócratas, totalitarios, además de corruptos y nepotistas.

El contagio del levantamiento tunecino se extendió de inmediato al gran País del Nilo con un peso demográfico que octuplica al de la antigua Cartago. En pocas semanas y casi en paralelo, tanto el presidente Ben Ali como el “rais” Mubarak, fueron obligados a abandonar el poder tras infructuosos intentos de aplacar la ira popular con medidas que tan sólo pretendían que todo siguiera como estaba.

Al margen de cómo vaya a encauzarse la transición árabe islámica a la democracia mediante unas anunciadas “elecciones libres y pluripartidistas”, es cierto que las protestas pacíficas tanto en Túnez como en Egipto alcanzaron su objetivo principal: derrocar al tirano, aun cuando fuera a costa de unos cuantos muertos por la represión desencadena en los primeros días. No obstante, a día de hoy, el futuro democrático en ambos países está en manos del Ejército.

Entre febrero y marzo, el interés informativo se localizó en las actuales manifestaciones de Bahrein, Yemen y Siria. Incluso en los disturbios que se originaron en Omán, Marruecos y Jordania, encauzados, de momento, al acceder sus respectivos monarcas a algunas peticiones de los manifestantes; bien con promesas de aperturas políticas o llevando a cabo reformas constitucionales como ha hecho Mohamed VI en el reino alauí a pesar de que el Movimiento 20 de Febrero afirma que el Rey sólo pretender “dar un aspecto constitucional a una monarquía absoluta” y anuncia nuevas protestas. Capítulo aparte merece la revuelta popular de Libia que ha desembocado en una terrible guerra civil.

Libia sigue y seguirá estando en el foco mediático porque allí intervienen las fuerzas de la OTAN y porque convergen suculentos intereses derivados de su potencia energética mientras que los acontecimientos en Bahrein y Yemen merecen ya menor interés. Sólo Siria motiva aún la atención de los medios de comunicación a causa de la feroz represión llevada a cabo contra una población desarmada. La comunidad internacional permanece pasiva, sin reaccionar, ante las pocas noticias que nos llegan a través de las nuevas tecnologías: un goteo de decenas de muertos y encarcelamientos diarios que ya a nadie parecen conmover. ¿Acaso porque con tal apagón informativo es difícil desbrozar las noticias veraces de la contrainformación que lanza el régimen? ¿O bien porque una noticia repetida a diario deja de ser noticia? A este propósito recuerdo que durante la cruel guerra civil de Argelia de los años 90, en que terroristas islámicos y miembros de los cuerpos de seguridad disfrazados de islamistas, entraban en aldeas a degüello limpio sin dejar alma viva, la noticia se medía de la siguiente forma: ¿Cuántos muertos ha habido hoy en tal pueblo? ¿Sólo nueve? A veces, ni tan siquiera merecía un “Breve” tras las habituales matanzas de doscientas o trescientas personas en una sola noche, como ocurrió en Sidi Mussa, Rais o Bentalha, en 1997. Por cierto que en el tiempo que duró esa terrible contienda, 26 periodistas resultaron muertos por cumplir con su trabajo. Veremos qué cifras arroja el balance de víctimas cuando finalicen las revueltas árabes en las cuales han perdido la vida ya varios profesionales de la información y otros han desaparecido o se hallan encarcelados.

En el caso de Siria, obviamente, confluyen intereses políticos y/o geoestratégicos de vecindad con Líbano, Israel y, más lejos Irán, en los que también se entrelazan intereses occidentales en esa región que, al parecer, frenan cualquier intento de condena o acción contra el régimen de Bashar el Assad. Y lo más importante, no hay posibilidad de echar al “rais” en tanto que Rusia y China se opongan. Lo mismo ocurre con Bahrein a causa de que en ese pequeño emirato del Golfo pérsico, Estados Unidos alberga una base de la V flota del Mediterráneo.

Sin embargo las especificidades endógenas y exógenas de cada uno de estos países, confluyen en una línea de conducta común: la feroz represión de la libertad de prensa y de los periodistas: locales y extranjeros. Ni que decir tiene que no hay posibilidad ninguna de conseguir un visado de entrada en Siria. En las revueltas de la “primavera” árabe, al igual que en los conflictos de Iraq, Afganistán, Palestina y otros,  el periodista, especialmente el fotoperiodista, es hoy en día un objetivo a batir.  

Las agresiones contra los derechos humanos y especialmente contra el derecho a una información veraz en Siria son brutales. El Ejército dispara contra la población civil y contra los profesionales y medios de comunicación. Cabe destacar la creciente espiral de acoso a Internet y los cibernautas para que los opositores no puedan dar noticia del movimiento de protesta y de su violenta represión, como, por ejemplo, el corte al acceso a la Red desde principios de junio. Ante esta ola de represión contra los medios de comunicación, Reporteros sin Fronteras expresa su más profunda inquietud por la desaparición de Mazen Darwish, fundador del Centro sirio para la Libertad de expresión del que no se tienen noticias desde el 23 de marzo. Darwish fue citado ese día por los servicios de inteligencia en Damasco. Desde entonces no ha dado señales de vida. La víspera, por la noche, ya había sido obligado a presentarse a un interrogatorio, del que salió cuatro horas más tarde.

Siria es desde hace años un “agujero negro” en cuanto a libertad de prensa. Desde que Hafez el Assad, padre del actual presidente, llegó al poder, el país se volvió opaco a la prensa con un cerrojazo a cualquier intento de transparencia informativa. Así ocurrió en 1982 cuando las ciudades de Hama y Homs fueron bombardeadas durante una semana por la aviación del “León de Damasco” para silenciar las protestas de los islamistas contra el régimen laico del Baas con el resultado de 20.000 muertos. Poco se supo en aquel momento de lo que allí había ocurrido. Internet y los móviles aún no habían llegado al “país del Orontes”. Sin embargo y a pesar de las nuevas tecnologías algo similar ocurrió cuando el 6 de septiembre de 2007, la aviación israelí bombardeó y destruyó una central atómica de Al Kibar, construida con ayuda de Corea del Norte en el transcurso del cual murieron varios técnicos coreanos y sirios. Se tardó semanas en empezar a tener noticias de un suceso que el propio régimen de Damasco estaba interesado en ocultar al igual que el gobierno de Jerusalén aunque éste por razones bien distintas.

Desde el inicio de las protestas en Siria a mediados de marzo pasado han muerto por disparos del ejército y de las fuerzas leales a Bashar el Assad cerca de mil trescientas personas. Lo poco que se sabe es través de la escasa pero importante información que los opositores consiguen transmitir a la opinión pública a través de mensajes o grabaciones digitales, a veces incluso bajo falsas identidades para garantizar su seguridad. Es lo mismo que ocurre en Vietnam, Birmania e Irán o China. Un total de 130 ciudadanos y periodistas de la Red se hallan actualmente en prisión por colgar sus informaciones en Internet.

En Bahrein y en Yemen, las autoridades proceden a diario a encarcelar periodistas y blogueros. Una lista de hasta una docena de fotógrafos ha sido “apartada” de la circulación en las dos últimas semanas en Bahrein, condenados a altas penas de prisión. Hussein Al Maliki, administrador de las páginas Facebook y Twiter de Rasad News, fue detenido en Manama el 9 de junio y cerrado su blog. Desde entonces, no se sabe nada de él. Confiamos que no corra igual suerte que el reportero pakistaní, entrevistador de Al Qaeda, Syed Saleem Shahzad que el 29 de mayo despareció camino del estudio de TV y fue encontrado tres días después asesinado y con signos de tortura. Pakistán, es otro agujero negro para la libertad de prensa.  

Ya han pasado más de tres meses desde que el pueblo sirio decidió luchar por su libertad contra una férrea dictadura que lleva 40 años en el poder con la soberanía popular secuestrada y los medios amordazados. Bashar el Assad debería responder ante los tribunales internacionales de justicia de crímenes de lesa humanidad contra su pueblo únicamente por pedir libertades democráticas, cambios políticos, económicos y sociales. Básicamente una mejora en las condiciones de vida.

Hoy es más necesaria que nunca la denuncia de lo que ocurre en los levantamientos populares de los países árabes islámicos para que no queden en la impunidad tantos crímenes y agresiones contra la población civil y contra la libertad de expresión y de prensa. Empiezan a repetirse concentraciones ante las embajadas de Siria en diversas capitales europeas en solidaridad con esa “primavera árabe” que de no recibir apoyo de los ciudadanos que gozamos de libertades fundamentales como la de prensa, corre el riesgo de terminar en un invierno de sangre y silencio.

María Dolores Masana Argüelles

Reporteros sin Fronteras