RSF alerta sobre la situación de los periodistas torturados en todo el mundo

A través de varios casos emblemáticos, RSF alerta sobre el uso persistente de la tortura contra los profesionales de los medios en todo el mundo y rinde tributo a todos los que han sido víctimas de este crimen absoluto por ejercer su profesión.
En muchos países, la tortura sigue siendo un medio de represión utilizado de forma recurrente contra los periodistas. Sin embargo, hace más de 40 años, la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura, ratificada por 175 Estados, prohibió formalmente todo acto que infligiera deliberadamente dolores agudos, físicos o mentales, con el fin de obtener confesiones, castigar, intimidar, presionar o discriminar. Este texto fundacional obliga a los Estados a prevenir, sancionar y erradicar la tortura. Sin embargo, tras los compromisos, impera la impunidad: los torturadores son conocidos, pero nunca se les molesta, las denuncias se archivan sin más y las investigaciones suelen quedar en nada.
“La tortura es un crimen absoluto en el derecho internacional. Ninguna circunstancia puede justificarla. Al igual que los peores crímenes contra la humanidad, tiene por objeto destruir, humillar y aniquilar al ser humano, privándole de toda su dignidad. En demasiados países, los periodistas son perseguidos por el simple hecho de ejercer su profesión. Los Estados signatarios de la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura continúan mirando hacia otro lado. A veces se identifica a los torturadores, pero no se les incomoda. El silencio de estos países equivale a su complicidad. RSF exige que se respeten por fin los compromisos adquiridos. Los autores de actos de tortura deben ser perseguidos y debe garantizarse la protección de los periodistas”.
RSF ya ha presentado varias denuncias ante la Corte Penal Internacional (CPI) para que los crímenes cometidos contra periodistas no queden impunes en Rusia, Bielorrusia e Israel.
Desde Rusia hasta Birmania, pasando por Venezuela, los territorios ocupados de Ucrania o Egipto, en todo el mundo se sigue torturando a periodistas por ejercer su profesión. Esta violencia adopta múltiples formas, ya sea en el marco de secuestros o de detenciones arbitrarias. Muchos periodistas han sido torturados en lugares secretos, lejos de cualquier protección judicial o cobertura mediática.
Periodistas torturados durante secuestros
El caso del periodista de la web de información DeboutRDC, Émérite Amisi Musada, es emblemático. Tras recibir numerosas amenazas, fue secuestrado el 15 de abril de 2025, golpeado y agredido sexualmente durante cuatro días, antes de ser abandonado en estado grave cerca del lago Kivu, en Bukavu, al este de la República Democrática del Congo (RDC).
El fotoperiodista venezolano del periódico independiente Dólar Today, Jesús Medina, fue encontrado en noviembre de 2017, dos días después de su desaparición, semidesnudo y con marcas de violencia en el cuerpo, en el borde de una autopista cerca de la capital, Caracas. Unos días antes, había denunciado haber recibido amenazas de muerte en redes sociales.
Otro caso escalofriante es el del fixer e intérprete de Radio France Nikita, cuyo nombre ha sido cambiado a petición suya para garantizar su seguridad. Secuestrado por tropas rusas el 5 de marzo de 2022 en un pueblo del centro de Ucrania, fue detenido durante nueve días, abandonado con un frío helador en un sótano y torturado en varias ocasiones. Durante 48 horas, sufrió torturas con cuchillos y descargas eléctricas, golpes con la culata de ametralladoras en la cara y el cuerpo, así como una simulación de ejecución.
Periodistas torturados durante su detención
Los periodistas también son víctimas de ataques en prisión. Violencia física, abusos sexuales, presión psicológica prolongada: lejos de las miradas, las formas de tortura son numerosas.
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Violencia física:
Acusado de espionaje, el periodista ucraniano Vladislav Yesypenko fue detenido en marzo de 2021 en Crimea, territorio ocupado por Rusia. En ese momento era corresponsal de Krym.realii, una emisora local del medio estadounidense Radio Free Europe/Radio Liberty (RFE/RL). Detenido en régimen de aislamiento, fue torturado con descargas eléctricas durante dos días para obligarle a realizar “confesiones”, que se emitieron en un canal de televisión ruso. Condenado a seis años de prisión en febrero de 2022por “posesión y transporte de explosivos”, pena que fue conmutada a cinco años unos meses más tarde, fue liberado el 20 de junio de 2025.
Alena Doubovik (Scharbinskaya), periodista de la cadena bielorrusa en el exilio Belsat TV fue golpeada a porrazos y humillada durante su detención en Bielorrusia en agosto de 2020, obligada a permanecer semidesnuda. Encarcelada junto con otras cincuenta detenidas en una celda de 12 m2, prevista para cuatro personas, también fue privada de alimentos durante 24 horas y tuvo que ser hospitalizada nada más salir de la comisaría.
En Gaza, el periodista palestino Diaa al-Kahlout, jefe de la delgación del medio Al-Araby al-Jadded, fue secuestrado en su casa de Beit Lahia en diciembre de 2023 y retenido durante más de un mes en el campo de detención militar israelí de Sde Teiman. Hambriento, humillado y golpeado durante su privación de libertad, el periodista denunció ante RSF las diferentes torturas que sufrió antes y después de cada uno de sus tres interrogatorios. A Diaa al-Kahlout le ataron las muñecas por la espalda, con los pies rozando el suelo durante horas, una tortura conocida como shabeh(“fantasma” en árabe). Según su testimonio, también se le privó de alimentos, ropa limpia y acceso a una ducha.
En China, decenas de periodistas han pasado por la llamada “vigilancia residencial en un lugar designado”, un eufemismo que se refiere al sistema oficial de detención secreta en una de las “cárceles negras” del régimen, donde se practica ampliamente la tortura. El columnista político australiano de origen chino Yang Hengjun ha testificado haber sido sometido a más de 300 interrogatorios, a menudo en plena noche, esposado por las muñecas y los tobillos, y a veces con los ojos vendados. El objetivo era obtener “confesiones”. Al igual que otros profesionales de los medios actualmente encarcelados en China, entre ellos la periodista independiente Sophia Huang Xueqin, también fue sometido a la tortura llamada de la “silla del tigre”, un dispositivo utilizado habitualmente por la policía china que inmoviliza completamente el cuerpo y provoca dolores insoportables, a veces durante varios días.
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Privación de atención médica:
También en China, a los periodistas detenidos se les niega casi sistemáticamente el acceso a atención médica. El caso de Liu Xiaobo es emblemático. En 2017, el Premio Nobel de la Paz y Premio RSF murió de un cáncer no tratado durante su detención. El régimen chino se negó tajantemente a dejarle recibir tratamiento en el extranjero tras el diagnóstico de su cáncer en fase terminal.
En Vietnam, la denegación de asistencia médica es también una forma de tortura casi sistemática. El periodista Le Huu Minh Tuan, encarcelado desde 2020, padece desde hace tiempo problemas digestivos, colitis y hepatitis, pero las autoridades penitenciarias le niegan el acceso a los medicamentos enviados por su familia, a pesar de que han sido recetados por médicos. En junio de 2025, sus familiares alertaron sobre el grave deterioro de su estado de salud, marcado por hemorragias intestinales persistentes.
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Violencia sexual:
En Irán, numerosas mujeres periodistas han sido encarceladas arbitrariamente en las prisiones de Evin y Garchak por cubrir el movimiento de protestas “Mujer, vida, libertad”, tras la muerte de la estudiante kurda Mahsa Amini, en 2022, por no llevar adecuadamente el velo. Además de condiciones carcelarias catastróficas, varias periodistas denunciaron el acoso y la violencia sexual que sufrieron, en particular la Premio Nobel de la Paz 2023, Narges Mohammadi, encarcelada en la prisión de Evin entre noviembre de 2021 y noviembre de 2024.
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Violencia psicológica:
Preso desde hace cinco años, el bloguero y consultor Ihar Losik fue condenado a 15 años de cárcel en Bielorrusia, tras 18 meses de prisión preventiva. Trabajaba para el servicio bielorruso de RFE/RL, Radio Svaboda. Durante su encarcelamiento, ha sufrido graves presiones físicas y psicológicas que le han llevado a realizar dos huelgas de hambre, una de ellas de seis semanas, y a un intento de suicidio. Las autoridades penitenciarias han intentado mermar su estado mental cambiándole regularmente de celda, impidiéndole recibir correo durante largos periodos de tiempo o ver a su familia, en particular a su hija, nacida al inicio de su detención. Además, su esposa ha sido condenada a dos años de prisión por conceder una entrevista sobre su marido al canal independiente Belsat TV.
La reportera kirguisa Makhabat Tazhibek Kyzy fue golpeada por agentes penitenciarios tres meses después de su detención en enero de 2024, según su marido, Bolot Temirov, periodista de investigación expulsado de Kirguistán. La administración de la cárcel afirmó que ella misma se había infligido las lesiones. Condenada a seis años en octubre de 2024, se enfrenta habitualmente a intimidaciones y amenazas y su estado de salud se ha deteriorado. Para presionarla, su hijo menor fue puesto bajo la tutela de los servicios sociales, antes de que los abuelos pudieran obtener su custodia.
El fundador del blog de información egipcio Oxygen Misr, Mohamed Oxygen, fue detenido por primera vez en 2018 y puesto en libertad en 2019, con la obligación de presentarse dos veces por semana en la comisaría para informar de todas sus actividades. En septiembre de ese mismo año, volvió a la cárcel para cumplir un año de detención arbitraria. Un año después, en septiembre de 2021, intentó quitarse la vida, antes de ser condenado a cuatro años de prisión firme tres meses más tarde. Desde 2023, año en que recibió el Premio al Coraje de RSF, se encuentra en régimen de aislamiento en una celda de 1,5 m2 infestada de insectos.
Periodistas asesinados a golpes
En algunos casos, la tortura infligida a los periodistas les deja sin posibilidades de sobrevivir. Es el caso de Siria, donde muchos de los 181 profesionales de los medios asesinados por el régimen de Bashar al Assad y sus partidarios, entre 2011 y 2024, murieron en sus cárceles tras ser torturados. Los cadáveres, en el caso de que se encuentren, presentan marcas de una brutalidad insoportable. Con demasiada frecuencia, las investigaciones sobre estas muertes quedan inconclusas, obstaculizadas o silenciadas, dejando a las familias sin verdad, ni justicia.
En Ucrania, una investigación de RSF junto con el medio de investigación ucraniano Slidstvo.info ha reconstruido los últimos meses de detención de la periodista ucraniana Victoria Roshchyna. Detenida en agosto de 2023 en el sureste ocupado de Ucrania, murió tras más de 13 meses en las cárceles del Kremlin, en concreto en la prisión n.º 2 de la ciudad de Taganrog, convertida en un campo de tortura para civiles ucranianos. Testigos presenciales informaron de que su cuerpo presentaba signos visibles de malos tratos, como cortes y cicatrices, y en el verano de 2024 sólo pesaba unos 30 kilos. Su cuerpo fue devuelto a Ucrania en febrero de 2025, con varios órganos amputados. La causa de su muerte sigue sin conocerse. Al menos 28 profesionales de los medios ucranianos siguen detenidos por Rusia, padeciendo violencia física y psicológica.
En febrero de 2024, el periodista independiente birmano Myat Thu Tun fue hallado muerto en la región de Rakhine, en el oeste del país. Enterrado en un refugio antiaéreo, su cuerpo estaba acribillado a balazos y presentaba signos de tortura. Había desaparecido tras ser detenido por la junta militar.
En Malí, cabe destacar un caso que se remonta a hace casi diez años. Desaparecido en enero de 2016, el periodista y reportero del medio de investigación Le Sphinx, Birama Touré, fue secuestrado, retenido y torturado por los servicios de inteligencia malienses, según testimonios recabados por RSF. Basándose en investigaciones propias, nuestra organización considera que este periodista ha fallecido, muy probablemente como consecuencia de los malos tratos que le infligieron, algunos de ellos de carácter sexual. Su cuerpo nunca ha sido localizado.
Incluso cuando no mueren directamente a manos de sus torturadores, los periodistas sufren las consecuencias a largo plazo de la tortura en su salud. Así, el periodista de Turkmenistán Khudayberdy Allashov, corresponsal del servicio turcomano de RFE/RL, Radio Azatlyk, falleció el 13 de agosto de 2024, tras ocho años de persecución por parte de las autoridades. Había desarrollado graves problemas de salud tras su primera detención en 2016, marcada por las torturas, especialmente por descargas eléctricas y golpes que le causaron daños renales irreversibles. Incluso después de quedar en libertad, no pudo recibir tratamiento médico, ya que los centros de salud locales se negaron a atenderlo debido a su detención anterior y a que tenía prohibido salir de su ciudad.