Cuando llegué a España en septiembre de 2008, me parecía imposible volver a tener una vida digna, solo veía mi futuro bañado en una incertidumbre preocupante. Tres años más tarde, esa sensación, como la realidad de mi vida, ha cambiado mucho. Desde luego, me parece oportuno evocar mi experiencia personal con el fin de devolver un grano de esperanza a aquellas personas que, por haber dejado su tierra, perdido no solamente su empleo sino también a sus familiares o por haber sufrido la ignominia de la persecución en su piel, han perdido cualquier gusto por la vida. Fue mi propio caso.
Salí de mi país – Togo – por las numerosas amenazas de muerte que recibía tras publicar unos artículos en dos diferentes periódicos nacionales donde cuestionaba la versión oficial de la muerte de una de las figuras principales de la oposición togolesa, Atsutsè Kokouvi AGBOBLI. Desde aquel momento, me di cuenta de que los riesgos de una profesión como el periodismo eran reales en un país como el mío.
Así que llegué a España para salvar mi vida. Pero como se puede imaginar, el proceso de integración no ha sido fácil. Desde la solicitud del asilo (marzo 2009) y su resolución favorable (octubre 2010) hasta la reagrupación con mis familiares, pasando por la integración del mercado laboral, etc…, hace falta tener aguante y nunca dejar de luchar.
Afortunadamente, pude contar también con muchas buenas voluntades por lo que no puedo pasar sin agradecerlas el significativo apoyo recibido. Quisiera nombrar entre otros, ACCEM – Cataluña (por ofrecerme el asesoramiento jurídico y por acogerme durante más de 1 año), la Asociación de Periodistas de Aragón (APA, por su acogida y su asistencia económica y profesional) la ONG Rescate (financió el viaje de mis familiares) y por supuesto Reportero Sin Fronteras (RSF– España) que siempre me ha acompañado durante todo este tiempo y que sigue asistiéndome.
Como resultado de ello, aquí estoy con la moral más que alta, sintiéndome vivir una vez más. Porque desde el pasado día 21 de octubre, volví a reencontrarme con mis queridos hijos y esposa. ¡Imaginad nuestra felicidad!