TURQUÍA | Los periodistas, chivos expiatorios de la última crisis política
Reporteros Sin Fronteras condena los intentos desesperados del gobierno turco por detener las filtraciones y obstruir el flujo de información sobre el bochornoso escándalo político y financiero de la semana pasada. Entre esas medidas se incluyen la drástica reducción del acceso a las fuentes policiales, el bloqueo de un sitio web de noticias, el despido de un influyente periodista y la vuelta a la retórica agresiva contra los medios de comunicación críticos.
«Nos preocupan mucho las medidas represivas que las autoridades han tomado contra los medios de comunicación en los últimos días», asegura Reporteros Sin Fronteras.
«Al tratar de imponer la censura antes y después de la publicación en la cobertura de una importante investigación por corrupción que apunta al seno del poder, el gobierno está aumentando la ya notable opacidad sobre las grandes cuestiones político-judiciales en Turquía, en detrimento del derecho a la información de la población en un asunto tan relevante».
«El gobierno parece haber adquirido la costumbre de matar al mensajero cada vez que se encuentra en dificultades. Los periodistas no deberían sufrir en las peleas de alto nivel administrativo. Es inaceptable que los funcionarios del gobierno estén tratando de nuevo como enemigos de la nación a los medios de comunicación críticos, como ya hicieron durante las protestas Parque Gezi».
El 17 de diciembre, y en el marco en una importante investigación por corrupción, fueron interrogadas unas 30 personas que ocupan puestos de alto nivel. Entre ellos, los hijos de dos ministros, el director general de un banco de propiedad estatal y un magnate de la construcción.
Se trata de un duro golpe para el partido gobernante, que debió su ascenso al poder hace una década, en gran medida, a sus a sus promesas de combatir el fraude y la corrupción. A medida que el escándalo ha ido creciendo, el gobierno ha reaccionado afirmando que es víctima de una «conspiración internacional» y despidiendo a jefes de policía en todo el país.
El asunto se contempla como una nueva batalla en una guerra de poder dentro de la elite conservadora, que alcanza al seno del partido gobernante, AKP, en el período previo a las elecciones del próximo año. En los últimos meses se ha notado una creciente fricción entre los aliados del primer ministro Tayyip Erdogan y los muchos seguidores en la policía y el poder judicial del influyente erudito islámico Fethullah Gülen.
Información bloqueada en la fuente
La dirección de la policía anunció el 22 de diciembre que a los periodistas ya no se les permitiría el acceso directo a comisarías y puestos de policía para sus actividades profesionales, y que deberían volver a la acreditación y las claves para acceder a los servicios de prensa de ciertas comisarías.
La jefatura de la policía añadió que, en adelante, los periodistas tendrán que conformarse con la información oficial proporcionada en las ruedas de prensa y comunicados.
Las asociaciones defensoras de la libertad de prensa turcas han condenado de forma unánime esta medida «sin precedentes», y sostienen que impedirá a los periodistas recabar información esencial para su trabajo, además de reducirlos a ser simples transmisores de los servicios de comunicación de la policía.
La víspera del anuncio de la decisión de la policía fue bloqueado Yeni Dönem (Nueva Era), un sitio web de noticias recientemente fundado por el conocido periodista Mehmet Baransu y que había revelado algunos de los detalles de la investigación contra la corrupción.
Esta web fue la primera víctima del decreto decretado por el fiscal general el 20 de diciembre que advertía a los medios de comunicación que no publicasen información susceptible de «poner en peligro la presunción de inocencia» o «un juicio justo». Las dos principales autoridades reguladoras, el Consejo Superior de Radio y Televisión (RTÜK) y el Consejo Superior de Telecomunicaciones (TIB), tienen la tarea de hacer cumplir el decreto.
El abogado de Baransu, Sercan Sakalli, anunció que tenía previsto solicitar el levantamiento del bloqueo, además de elevar una queja contra la oficina del fiscal de Ankara y los jueces responsables del bloqueo.
Salalli agregó que esta investigación por corrupción ha dado lugar a un intenso debate en la sociedad turca, que los medios de comunicación siguen con la cobertura, y que Yeni Dönem no ha sido el único medio de comunicación que ha sacado a la luz detalles de la investigación.
Ataques a periodistas relevantes
Baransu ya había sufrido un episodio de censura en relación a la lucha de poder entre el primer ministro Erdogan y el movimiento Gülen. A finales de noviembre, escribió un artículo para el diario liberal Taraf en el que revelaba un documento de 2004 en el que Erdogan, Abdullah Gül -que ahora es presidente- y el Consejo Nacional de Seguridad (MGK) proponían medidas «para acabar» con el movimiento Gülen.
Unos días más tarde, Baransu informó de que la agencia de inteligencia (MIT) había abierto expedientes a los miembros del movimiento y los había puesto bajo vigilancia.
Con la autenticidad de los documentos de Baransu fuera de toda duda, el periodista y Taraf se vieron repentinamente convertidos en el blanco de una sarta de quejas por parte de la oficina del primer ministro, el MGK y el MIT, que les acusaban de «divulgación de documentos secretos relacionados con la seguridad del Estado».
El 7 de diciembre, Erdogan calificó de «traición» las informaciones de Taraf y Baransu y sugirió que deberían ser llevados a juicio. Taraf y Baransu respondieron presentando una denuncia en la que le acusaban de insultarlos, de difamarlos, y de «tratar de influir en la justicia».
Baransu no es el único periodista caído en desgracia ante las autoridades en las actuales tensiones políticas.
Nazli Ilicak, una conocida columnista del oficialista diario conservador Sabah, fue despedida el 18 de diciembre, un día después que apareciese en la cadena de televisión CNN Türk y pidiese la renuncia de los ministros cuyos hijos habían sido implicados en la corrupción. El diario atribuye su despido a una «diferencia de opinión».
Turquía está en el puesto 154 -de 179 países- en la Clasificación Mundial 2013 de la Libertad de Prensa que establece Reporteros Sin Fronteras.